El pasado viernes se produjo gran expectación en el entorno de la playa del Arbeyal. Era por la botadura del catamarán «Eleanor Roosvelt» construido por Armón en su astillero del Natahoyo. Una prueba más de la tecnología y saber hacer de la empresa asturiana, puesto que se trata del «ferry rápido» propulsado por gas licuado más grande del mundo. Un reto en cuanto su construcción, no sólo por sus dimensiones, sino también por el componente ecológico y digital que tiene. Desde luego, hay que felicitar a los de Navia porque ha revitalizado la construcción naval en el barrio gijonés. Algo que pensábamos perdido, después del paulatino declive de los dos astilleros que allí se encontraban. Al evento asistieron multitud de gijoneses que vieron como Eleanor comenzaba a navegar por las aguas del Cantábrico. Seguro que más de uno pensó que este «fast ferry» (o parecido) sería ideal para retomar nuestra autopista del mar. Esa que desapareció en septiembre de 2014 y de la que nunca más se supo. En resumen, a mí me produce cierta tristeza el ver como este barco construido en Gijón, vaya a acabar haciendo rutas entre islas y no se quede aquí para conectarnos con Europa.
Presente en el acto el director de la flota de Balearia, propietaria del catamarán, dejó bien claro que retomar la línea gijonesa no era una prioridad. Está dentro de la cartera de proyectos sin fecha concreta, pero en ningún caso tienen prisa por desarrollarlo. Algo que ya suponíamos, puesto que, desde que se anunció el interés de la naviera por revitalizar la conexión con Francia, ha pasado demasiado tiempo. Recuerden que la conexión fue abandonada por LDLines debido a que adujo falta de rentabilidad. Todo ello, a pesar de que nació con el impulso de los gobiernos francés y español, junto con una dotación en subvenciones de 30 millones de euros. Dicho de otra forma: funcionó durante cuatro años (2010-2014) hasta que se agotó el dinero público y después la nada. Nadie -salvo algún que otro aventurero- se interesó por volver a poner en marcha el proyecto. En julio, el Ministerio de Transportes aseguró «tener una línea de trabajo encaminada a recuperar el servicio». Lo cual, dicho sea de paso, hemos escuchado ya en múltiples ocasiones. Ahora bien, pasa el tiempo (seis largos años) y las posibilidades de volver a ver un ferry cruzando la bahía de San Lorenzo son escasas. Yo diría que cada día menos. Autopista que no llega.
@balbuenajm