La historia de Foro Asturias es la de un partido capaz de lo mejor y lo peor. Recordemos que la formación que fundó Francisco Álvarez-Cascos en 2011, irrumpió en la política asturiana con una fuerza inusitada. Pocas veces, quizá nunca, volveremos a ver como en su primera cita con las urnas un partido obtiene 16 diputados en la Junta, sobrepasando incluso al todopoderoso PSOE. Ese caudal de ilusión fue la que aupó a Álvarez-Cascos a una presidencia efímera que acabó mal: convocando unas nuevas elecciones al ver que su proyecto de presupuestos no era aprobado. Un error, un inmenso error, porque a posteriori se ha demostrado que los tiempos políticos actuales son así. Tan fragmentados y convulsos que casi ninguna administración (local, autonómica o nacional) es capaz de sacar adelante unas cuentas. Miren si no a Pedro Sánchez gobernando con unos presupuestos prorrogados del PP durante dos años. Sin embargo, la estrategia de Cascos llevó a su partido al declive progresivo. En esos mismos comicios (2012), el número de escaños pasó a ser de 12, en 2015 a 3 y en la actualidad 2. Dicho de otra forma: Foro pasó del cielo al infierno en apenas cuatro años.
Aunque lo peor estaba por venir. A la debacle electoral se han sumado las luchas internas. Pocas veces, repito, verán a un partido mostrar sus tripas ante la opinión pública de semejante manera. Es lo que ha hecho al llevar ante los tribunales a Álvarez-Cascos. Acusándolo de cobrar presuntamente sueldos indebidos (un millón de euros entre 2011 y 219), pasar gastos de su vida privada (videojuegos, zapatos o licencias de pesca) e incluso financiar los de personas allegadas (billetes de tren para sus hijos). En resumen, todo un supuesto despilfarro de gestión que ahora se dirime en los juzgados. La actual directiva ve similitudes con el «caso Villa», o sea, cuando se descubrió que el líder más minero del mundo pasaba sus gastos personales al sindicato, mientras que el investigado se defiende al ver en esto una maniobra política. Pretenden, dice, desvirtuar a Foro para convertirlo en un «felpudo del PSOE». En todo caso, el espectáculo para sus afiliados, simpatizantes y votantes no es edificante. Más bien, lo contrario. Ver como un partido que tuvo el gobierno de Asturias se desangra de esa manera, es algo difícil de digerir. Desde luego, mucho tendrá que cambiar para recuperar ese caudal de ilusión ciudadana del que antes hablábamos.
@balbuenajm