Una vez más nos volvemos a encontrar con lo mismo. Es decir, que la reforma de una zona de Gijón expulsa (o casi) al coche del entorno. Esta vez, lo estamos viendo con el concurso de ideas para las fachadas marítimas de Fomento y Poniente. En el mismo, como se podía leer el domingo en estas mismas páginas, se pretende que los vehículos particulares tengan el acceso «estrictamente necesario». O sea, para los parkings del ámbito y poca cosa más. Algo, como digo, que está siendo marca de la casa en todo lo que hace la concejalía de Movilidad. Según reza en las bases de este concurso, la táctica está bien clara en cuanto al diseño a realizar. Dicha remodelación tiene que servir «como estrategia fundamental para el cambio de movilidad del centro urbano, impulsando una propuesta equilibrada y sostenible entre los diferentes medios de transporte». Entiéndase que todos (peatones, bicicletas, patinetes o autobuses municipales) menos los vehículos. A los cuales, con esta premisa por delante, se cierra el paso en la conexión entre el Este y Oeste de nuestra ciudad. Exactamente lo mismo que está sucediendo en El Muro, puesto que el único carril para el tráfico rodado va en sentido hacia la rotonda de la avenida Castilla. Acceder, pues, a los barrios del Natahoyo o La Calzada va a ser una auténtica odisea diaria. Sólo nos va a quedar cruzar por el vetusto puente de Carlos Marx o la avenida del Príncipe de Asturias, como mejor manera de llegar a ellos.
Digamos que esta nueva filosofía -impuesta poco a poco en cada una de las actuaciones- está siendo esculpida en mármol. Con poco debate, alternativas o enmiendas posibles. Sin duda, el Gijón del futuro será un lugar sumamente agradable para la vida tranquila y placentera. Dicho en otras palabras: para aquellos que no tienen nada que hacer cada mañana. En cambio, prácticamente un infierno para quienes tengan que trabajar. O sea, los que madrugan, siempre van con prisa y el estrés forma parte de su vida. A ellos el circular por el núcleo urbano -ojo, que en la mayoría de los casos lo necesitan, no es por gusto- les va a resultar una especie de carrera de obstáculos. Cuando no limiten su conducción a 20 kilómetros por hora, se van a encontrar con menos carriles o calles por las que transitar, junto con una falta total de plazas de aparcamiento. En resumen, dentro de poco veremos un cartel a la entrada que ponga: Gijón, ciudad que expulsa a los coches.
@balbuenajm