¿Será la dimisión de Berlusconi el final del problema italiano en los mercados? Desde luego, no. Todas las medidas que se han tomado hasta ahora han resultado fugaces. Siempre, a la vuelta de la esquina, volvieron las presiones sobre la deuda soberana en una pesadilla que nunca acaba. Si recuerdan, después de la cumbre europea, se había fijado el marco para la estabilidad financiera con fondo de rescate billonario incluido. Fíjense cuánto ha durado. En el fondo, el problema italiano está en su enorme deuda sobre el PIB (120%). Después de «Il Cavaliere» vendrá otro gobernante, pero, o hace que su economía crezca de forma convincente, o los mercados seguirán pensando que no puede pagar su deuda. Los cambios políticos tienen un efecto calmante a corto plazo, porque, al final, lo que de verdad se espera es una recuperación económica clara. Y aquí, empiezan los problemas ya que nos enfrentamos a una recesión. Todos los indicadores muestran que las economías europeas van hacia un crecimiento negativo. Con lo cual, los mercados seguirán pensando en el impago.

Mariano Rajoy –más que presumiblemente presidente del nuevo gobierno- tendrá que hacer frente a este particular vía crucis. No pensemos que nuestra situación es mucho mejor que la italiana. Tenemos un paro que duplica la tasa media europea. Con un desempleo así, completamente desbordado, las posibilidades de bajar el déficit fiscal son muy limitadas. De hecho, yo diría que es imposible cumplir con el objetivo del 3% que marca Europa. Eso, sin duda, nos lo van a hacer pagar más tarde o más temprano. La situación que ahora vive Italia se reproducirá también España en no mucho tiempo. De cómo se resuelva la crisis de la primera, dependerá el futuro de la segunda.