Hay quien interpreta el resultado de las elecciones generales de manera autonómica. Es decir, que lo que ocurrió en mayo fue un accidente y, de volver a repetirse, se darían unos  similares a los del 20N. Sin duda, se equivocan. La letra pequeña de los últimos comicios debe interpretarse de otra manera. Tanto PSOE como PP han perdido votos enmascarándolo al tener todavía tres diputados. En el primer caso fueron 143.000 sufragios y en el segundo 67.000. Es más, para los populares ha sido uno de  los peores resultados de su historia. Sin embargo, parece que toda la gloria estaba en parar a Foro Asturias. Mucho temían que el partido de Álvarez-Cascos les ganase de nuevo. A mi entender, se han alegrado más de las desgracias ajenas –el que FAC consiguió un único diputado- que de analizar sus propios resultados. En este sentido, el que el PP haya ganado las  elecciones quiere decir algo muy claro: los votantes se fían más de Madrid que de Oviedo. Si se hubiesen presentado otra vez los derrotados en las autonómicas, volverían a salir escaldados. Entiendo que los populares tienen que hacer todavía muchas cosas para ganarse la confianza del electorado. Y la gran mayoría, pasa por apartar a Gabino de Lorenzo de la gestión del partido.

Ayer, el alcalde ovetense mandó a Álvarez-Cascos al psicólogo además de criticar con crudeza su gestión. Sin duda, todo lo contrario a lo que se necesita ahora: un acercamiento entre los dos partidos. El fracaso en la gestión de Foro será también el del Partido Popular. De producirse, el discurso que imperará en nuestra comunidad será que la derecha no sabe gobernar. Esto, que ya sucedió una vez con Sergio Marqués, avocaría de nuevo a la oposición durante muchos años. Gabino de Lorenzo con sus filias y fobias contamina el ambiente. En el congreso que está pendiente bien harían los populares en buscar un presidente fuerte. Nadie, obviamente, que se deje manejar por los intereses y antojos del «gabinismo».