Hace tiempo que los presupuestos asturianos tienen un problema: no cuadran. Es decir, estamos financiando el gasto corriente con deuda y esto hace que la bola sea cada vez más grande. Sin ir más lejos, en los que se están negociando de cara al año que viene las amortizaciones suben a 550 millones de euros. Dicho de otra manera: nos gastamos más en pagar lo que debemos que en reparar carreteras, ya que “la consejería de la deuda” goza de un presupuesto bastante mayor que el resto. Así y todo, no parece que esto sea motivo de especial preocupación. Los partidos acuden a las reuniones con el Gobierno asturiano con nuevas propuestas de gasto. En ningún caso, hablan de ir racionalizando un endeudamiento (4.907 millones de euros) que acabará siendo un lastre para Asturias. Tal parece, digo, que asumen el mismo discurso gubernamental que siempre hemos escuchado: otros están peor. Y, efectivamente, la deuda asturiana puede parecer poca en comparación con el de otras autonomías. Castilla-La Mancha, por ejemplo, tiene endeudamiento acumulado del 41% sobre el PIB, casi el doble que el Principado. Ahora bien, el problema aquí está en cómo generar recursos para su pago. Esto es, la actividad económica necesaria para que los ingresos fiscales aumenten sin tener que esquilmar al contribuyente. Por cierto, algo que en nuestro paraíso natural creo que ya no da más de sí. Los bolsillos de la clase media asturiana se encuentran exhaustos.
Sin embargo, vamos a volver a tener un presupuesto récord (4.608 millones de euros en gasto no financiero) sin aumentar los ingresos. Es más, incluso van a ser menores debido a que se pierden 252,5 millones de euros de transferencias del Estado. En otras palabras, vivimos de cuadrar las cuentas en función a los fondos que podríamos recibir y eso es peligroso. Sería como fiar los ingresos de una familia cualquiera a que le toque la lotería, en vez de vivir de su trabajo. Nuestra capacidad para generar recursos propios es muy limitada. Entre otras cosas, porque la población activa asturiana no para de caer y en esta pandemia ha vuelto a suceder. Muchas personas después de haber pasado a la situación de ERTE no han vuelto a trabajar. O sea, no es que estén en situación de desempleo, sino fuera del mercado laboral. Díganme, pues, cómo vamos a ir afrontando esa ingente cantidad de deuda si cada vez trabajamos (y pagamos impuestos, claro) menos.
@balbuenajm