Sin duda, el nuevo esquema de gobierno del Partido Popular no cae antiguos vicios. Me refiero a que, por ejemplo, tiene una sola vicepresidencia –la de Soraya Sáenz de Santamaría- y no tres como en el anterior ejecutivo de Zapatero. Además, no se hacen ministerios específicos para cada problema. Es decir, no se crea un Ministerio de Vivienda o Igualdad. La norma parece ser más la agrupación –como en Educación, Cultura y Deportes- en contra de los entes individuales. Por otra parte, me parece estupendo que de una vez por todas se juzgue la valía de las personas y no su sexo. En otras palabras: que el tema de la paridad quede en un segundo plano. Con Zapatero los ministros eran elegidos por cuotas. Esto es, tenía que ser uno catalán o andaluz para contentar a los sectores de más peso del partido y, junto con eso, había que cumplir al 50% con la paridad. O sea, que el individuo o individua tenía que estar allí porque había nacido hombre o mujer. Tanto lo uno como lo otro trajeron consigo situaciones bastante chuscas. Recuerden si no cuando José Montilla fue ministro de Industria, pese a lo que le interesaba era ser presidente catalán; o la famosa foto de las ministras posando para el Vogue. En resumen, a mí me parece que el nuevo equipo de Rajoy está bien pensado. Tiene personas con experiencia en la Administración y, en principio, con una preparación acorde con el cargo. Ahora, que no es poco, les queda jugar el partido a la crisis y ganarlo.

Por otra parte, comentarles algo que ha venido sucediendo: la pérdida de peso del cargo. Antes un ministro era un semidios, casi una divinidad bajada desde el Olimpo. Sin embargo, en los últimos tiempos esto ha cambiado mucho. El que muchas competencias hayan pasado a manos autonómicas, ha traído consigo también menos peso al cargo. Tomen si no el ejemplo de Sanidad. La actual ministra, Ana Pastor, se va a tener que reunir con consejeros que tienen mucho más poder que ella. Sólo la sanidad asturiana, imagínense, controla directa o indirectamente cerca once hospitales; así como una pléyade de funcionarios. En cambio, a nivel estatal no tienen nada que aportar. Supongo que esto, en cierta manera, también debería cambiar.