El tercer Consejo de Ministros ha mostrado su determinación para luchar contra el fraude fiscal. Quiere recaudar por esta vía 8.171 millones de euros durante el presente año. Menos, por cierto, que en 2011 donde se consiguieron ingresar 10.400. Una de las medidas que más afectará a nuestras vidas será el límite del pago en efectivo. Aunque la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, no ha aclarado ni la cantidad, ni a qué sectores va a afectar; parece que se quiere copiar el modelo italiano o francés. Esto es, en el primero las transacciones en efectivo se han limitado hasta 1.000 euros, mientras que en el segundo están por los 3.000 para profesionales. Bien, yo lo que me pregunto es cómo será el mecanismo que se desea imponer. Supongamos que quiero comprar un televisor de alta gama, o sea, de un importe superior a esos 1.000 euros. Aparezco en la tienda con el dinero en billetes y no me permiten el pago. Me dicen que por la nueva ley tiene que ser a través de tarjeta (comisión bancaria), transferencia (comisión bancaria), o cheque (ya saben…). Por lo menos yo, muchos de estos pagos los hago así para evitar el sablazo que me suele dar la entidad financiera. En cierta manera, y claro está, dependiendo cómo se aplique, puede resultar algo así como el mundo al revés. Hasta ahora, en muchos comercios te disuadían del pago con tarjeta. Venían a decir con cierta cara de pena, «Hombre, si me lo paga en efectivo sería mucho mejor». Sin embargo, puede que a partir de la aplicación de la nueva medida sea todo lo contrario: tendrán que exigirla. En fin, yo creo que estamos de acuerdo en la lucha contra el fraude fiscal. No obstante, hay grandes instrumentos legales –las SICAV de las grandes fortunas, por ejemplo- que parecen tener barra libre y nadie dice nada.