Nunca más claro se hizo bueno el refrán, ya saben, lo de aquellos polvos… Desde luego, la (no) negociación del presupuesto asturiano ha traído, sin duda, abundantes lodos. La cosa ya empezó mal, cuando, desde el Partido Popular, dijeron que utilizarían enmiendas parciales para luego presentar una total. Es decir, la mecánica contraria para aprobar unas cuentas. Si se tiene la intención de llevar a cabo un proyecto presupuestario, lo primero, es sentarse a negociar. Poner en claro cuáles son las intenciones de unos y otros. A partir de ahí, lógicamente, se lleva un documento consensuado al Parlamento. Nada de eso se hizo. Los resquemores y sinsabores personales han puesto el presupuesto asturiano al borde del precipicio, si no es que está ya en el fondo. Desde el PP prefieren que sigan prorrogadas unas cuentas hechas por la izquierda. Difícil de entender.
Y es que, su argumentación contra las actuales cifras, ha sido bastante débil. Por un lado, dicen que es necesario cumplir con los objetivos de déficit, y por otro, sostienen que no creará empleo. Vamos a ver, no se puede pedir que recortes gastos y encima enchufes la manguera del dinero público. Usar la tijera es bastante incompatible con mantener una inversión alta. Además, en estas cuentas lo único que aumenta es el gasto social. Es decir, sanidad y servicios sociales crecen, mientras que todo lo demás mengua. Entonces, la pregunta es, ¿a qué se apunta el PP? ¿A disminuir el gasto social para favorecer la inversión? Yo creo que estamos asistiendo a un capítulo más de una guerra descarnada y dura. Esa en la cual los ciudadanos somos lo menos importante, y el desalojo del poder se quiere lograr a toda costa.