La verdad, veo demasiado impetuosa esta convocatoria de elecciones. Después del varapalo parlamentario de no aprobar los presupuestos, se había apostado por reformar los existentes para adaptarlos a las exigencias del gobierno central. Los consejeros -cual apóstoles del apocalipsis- desfilaban por ruedas de prensa resaltando los perjuicios de no tener cuentas para 2012. La estrategia practicada parecía ir encaminada a cargar el desgaste sobre la oposición. Algo así como echarles la culpa ante la opinión pública de los inevitables recortes que iban a venir. Sin embargo, de la noche a la mañana nos encontramos en tiempo electoral. A mí, aunque reconozco la dificultad, me hubiese gustado que se hubiese luchado más. Cuando Areces se vio en la misma situación, convocó a los agentes sociales para tratar de esquivar la prórroga. Cierto es que su socio natural, a la postre, IU, era más dúctil que el PP a la hora de llegar a acuerdos; pero, así y todo, Cascos ha tirado la toalla a las primeras de cambio. Debería haber intentado por segunda vez que le aprobaran los presupuestos modificándolos y, si no hubiese sido así como era más que previsible, estaría de sobra legitimado para convocar elecciones. Ahora, tal y como lo ha planteado, deja ante la sociedad asturiana una sensación de fracaso.

La segunda parte de esta, insisto, acelerada convocatoria de elecciones, tiene mucho que ver con su partido. Foro Asturias no queda en la mejor situación posible. Todo el caudal de ilusión que le había hecho marcar hitos –ganar unos comicios con apenas meses de vida- puede volvérsele en contra. Mucho tendrán que trabajar para que el desaliento y la frustración no haga mella en sus filas. La decisión de Cascos también perjudica, y mucho, las expectativas electorales de su partido. No lo van a tener fácil para revalidar victoria.