Está claro que los dos principales partidos asturianos, a la postre, PSOE y PP, han aprendido la lección. Ahora, como sucedió en mayo del año pasado, ya no hacen sus listas de cualquier manera; sino que intentan transmitir algo a través de ellas. En concreto, renovación. Dentro de los socialistas el cambio sustancial ha sido borrar al anterior ejecutivo de Areces. Más o menos, la consigna está en que, Javier Fernández, ha tenido más poder a la hora de elaborarla. Y ya que no se ha cambiado al candidato pese a la dolorosa derrota atribuida a Zapatero, se hace cambiando a sus diputados. El resultado no sabremos si será mejor o peor que en la anterior ocasión, pero, por lo menos, se ha hecho algo diferente.
Por su parte, Mercedes Fernández, la más que probable candidata popular, se está moviendo bien a nivel de Madrid. Toda su táctica consiste en hacerle un bypass a la inmovilista dirección regional. Y, a la vista de lo que se comenta, parece que está funcionando. Curiosamente, la diputada nacional está pidiendo (y consiguiendo, insisto) lo que en su día se le denegó a Cascos: manos libres. Así, la salida de Pérez-Espinosa, Aréstegui y alguno más parece terminar con el «gabinismo» que dirigía el partido. «Cherines» tiene claro que, para combatir a Foro Asturias, hace falta otro ejército. Por eso, ha decidido cambiar de oficiales y suboficiales vía Genova. Algo, por cierto, que de haberlo hecho en su día con Cascos a la cabeza hubiera evitado la escisión.
Por último, Foro Asturias está muy callado. Sabemos, cómo no, que su candidato será Álvarez-Cascos, pero, ¿y el resto? ¿Continuará con su política de incluir (no) políticos en las listas? ¿Renovará a quienes venían a renovar la clase política? Un cosa tengo clara: no va a haber factor sorpresa como sucedió en las últimas elecciones. Allí Foro fue llevado en volandas por un caudal inmenso de ilusión, captando, sin duda, el voto del desencanto. Ahora, en cambio, tiene un desgaste de gobierno que, como es lógico, le va a afectar. Dicho en otras palabras: tendrá que evitar la fuga del voto desencantado con el desencanto. Sí, parece un trabalenguas pero es la realidad: ahora tendrá que luchar contra el desencanto con su gestión.