Sin duda, el último Pleno ordinario de esta legislatura se convirtió en el más complicado. En especial, para el grupo hegemónico dentro del Consistorio, a la postre, el PSOE. Tenía que optar entre cumplir su compromiso con IU aprobando dos normas en las que no cree o bien romper el pacto de Gobierno. Cosa, como digo, compleja puesto que cualquiera de las opciones podría tener consecuencias a pocas semanas de las elecciones. Pues bien, los socialistas locales decidieron tirar por la calle del medio. La reunión a última hora de su candidato, Luis Manuel Flórez, «Floro», con los ediles que van en su lista, allanó el camino para que no se rompiera la disciplina de voto. Aprobando un Plan de Movilidad destinado a regir durante diez años y que no durará ni diez meses. Así debemos de interpretar eso de que lo van a mejorar. Esto, claro, si antes no lo tumba la Justicia como sucedió con la Ordenanza. Resumiendo; del mal, el menos. Exactamente lo mismo que sucede con el Reglamento de Laicidad. Concebido inicialmente para ser la norma anticatólica por excelencia y que ha acabado reducido a la nada. Dicho de otra forma: con ocho artículos paniaguados que no cambian de manera sustancial la relación que ya tiene el Ayuntamiento con las distintas confesiones religiosas de la ciudad. O sea, que ni siquiera tendrá demasiados efectos prácticos, salvo cuando la minoría que lo sustenta empiece a protestar. Floro, según ha dicho, irá a la bendición de las aguas de San Pedro en el caso de ser elegido alcalde, mientras que los laicos se concentrarán en el Campo Valdés denunciando que no cumple su reglamento. Oigan, un poco de ruido, alguna declaración de traición al laicismo institucional y punto. Ahí se acabará la historia. Por supuesto, de lo que se trataba el jueves pasado era de salir del lance minimizando daños. Objetivo cumplido.
@balbuenajm