Los comicios asturianos del 25M se parecen más a una segunda vuelta que a una verdadera consulta. ¿Alguien ha visto hablar de los programas de los partidos? Pues no, porque prácticamente son los mismos que los anteriores. ¿Alguien ha visto pedir debates entre los candidatos? Pues tampoco, porque lo único que se lanzan son reproches y ninguna idea. En verdad, lo que estamos dilucidando es el grado de desgaste de cada uno. Es decir, si el gobierno de Foro conserva el apoyo que tenía, o si PP y PSOE son capaces de recuperarse. Ni siquiera, fíjense, a pocos días de que comience la campaña, vemos una movilización en la calle. Esta llamada a las urnas anticipada no copa las conversaciones, ni mucho menos está en el ánimo de los ciudadanos. Así, pues, será muy importante ver cuál es la abstención. O sea, el grado de hartazgo también se va a medir en función de la participación. Si ésta es baja, debemos calcular un resultado similar al actual con sus matices. Sin embargo, si la gente se decide a participar puede que cambien algo más.

No obstante, yo me atrevo a pronosticar que van a ser conservadoras. Esto es, no veo que se produzcan vuelcos electorales. Se intercambiarán votos entre PP y Foro hasta acercarse mucho más entre sí, mientras que PSOE e IU se mantendrán en niveles similares y, si acaso, veremos una fuerza nueva como UPyD. Con lo cual, al día siguiente, tendremos el mismo panorama que motivó su convocatoria: la falta de gobernabilidad. Salvo que gane la izquierda y, por tanto, se reedite el pacto entre PSOE-IU; el formar un nuevo ejecutivo por parte de la derecha puede ser complicado. Tanto como saber quién lo liderará o, en su caso, si habrá vendetta sobre la situación que acabamos de vivir. En definitiva, estaremos exactamente igual que antes.