Propongo al astillero Armón que haga algo por esta ciudad. En concreto, una pequeña modificación en los magníficos «fast-ferry» que construye. Simplemente, se trataría de alterar un poco el timón para que se dirigiesen directamente al puerto francés de Nantes-Saint Nazaire y vuelta a El Musel. Más que nada, puesto que es la única forma de recuperar la autopista del mar para Gijón. Su cliente, la naviera Baleaira, igual ni se da cuenta. Recordemos que antes de la pandemia era la principal candidata para recuperarla. Eso sí, todo dependía del dinero público que se estuviese dispuesto a poner encima de la mesa. Ahora bien, mientras estuvo en marcha entre 2010 y 2014 con una ingente subvención de los gobiernos español y galo (30 millones de euros), fue imposible de consolidar. La empresa LD-Lines cogió la pasta y se marchó. A partir de ahí, llegaron aventureros y promesas incumplidas, pero nada serio. Incluso la propia Baleaira tampoco mencionó nunca en sus planes de futuro a la línea gijonesa como objetivo, porque básicamente se centra en el Mediterráneo. Propongo, pues, que directamente secuestremos al «Margarita Salas», botado el pasado miércoles en las dársenas del Natahoyo. Insisto: es la única manera de que volvamos a ver una conexión como las que tienen en Bilbao, Santander o Vigo. Lo demás, fuegos de artificio. Partidas pintadas en los presupuestos para tenernos entretenidos. Si la iniciativa privada no encuentra rentabilidad -más allá del dopaje público- nada tenemos que rascar. Esa es la realidad de nuestra autopista del mar.
@balbuenajm