El sector público nunca habla de clientes. Es algo que siempre circunscribe únicamente al ámbito privado. De hecho, se utilizan palabras como administrado para reflejar la evidente comunicación unidireccional entre ambas partes. Es decir, se presta un mal servicio y tiene a la fuerza que conformarse. No hay derecho a discrepar o buscar cualquier otra opción. En otras palabras: se aplica directamente la teoría de las lentejas. Ya saben, si quieres las tomas y si no… las dejas. Es lo que hay y punto, te suelen decir con el poder de quien sabe que tiene la sartén por el mango. En el conflicto de la Inspección Técnica de Vehículos (ITV) estamos viendo como ese concepto de cliente se degrada hasta límites insospechados. Parece que a nadie le importa que miles de ciudadanos se encuentren afectados por la huelga. Esto es, que tengan que pasar la ITV fuera de la región, los talleres vean como sus ingresos menguan y las multas sean una amenaza constante. Oigan, ellos a la suyo. En definitiva, a mantener el estatus de monopolio y así el conductor debe tragar sí o sí con lo que se le da. A la postre, palos por todos los lados.

Sin embargo, la semana pasada hubo todo un movimiento telúrico. Ojo, no fue por la reunión entre trabajadores y el viceconsejero de Industria, Isaac Pola, puesto que de ahí no se obtuvo nada: salieron igual que entraron. En cambio, bastaron unas palabras del presidente asturiano, Adrián Barbón, mentando la bicha para que se armase la marimorena. Dijo Barbón que las actuales posiciones de los huelguistas «obligan a plantearnos un cambio de modelo». En resumen, habló de una posible privatización. ¡Cuidado, palabras mayores! ¿En el paraíso de lo público una empresa privada para hacer las revisiones de los vehículos? Ni hablar. Ya salió IU-Convocatoria por Asturias para dejarlo bien claro: en un gobierno con ellos eso es imposible. Lo contrario -que todo sea mangoneado desde la política- es el objetivo. En resumidas cuentas, lo de que sus clientes (nosotros, claro) estemos contentos y bien atendidos da lo mismo. Sea en la sanidad, educación, servicios sociales o transporte público. El administrado siempre tiene que estar agradecido por lo que recibe y ni siquiera se le da la posibilidad de elegir. Más pronto que tarde, ya lo verán, se producirá una revolución ciudadana ante esta tiranía. Será cuando empiecen de verdad a tratarnos como clientes.

@balbuenajm