Como saben, la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) trae cola. En concreto, por su tributación. Con el nuevo importe (1.184 euros mensuales en 14 pagas) sobre medio millón de trabajadores tendrán que pagar a Hacienda. Ojo, que casi se va a quedar con la mitad del incremento (un 42,8% de la subida bruta anual). Así, un trabajador soltero y sin hijos abonará ahora cerca de 300 euros al año. Lo cual, dicho sea de paso, no deja de ser una incongruencia mayúscula. Dicho de otra forma: tal parece que lo que te dan con una mano, te lo quitan con la otra. De seguir así, el SMI acabará sin llegar al bolsillo de los trabajadores, puesto que lo único que hará será recaudar para el fisco. Si en cada incremento se les va a morder una cantidad cada vez mayor, la mejora de los sueldos más bajos se quedará en agua de borrajas. Esto es, se convertirá en un mero instrumento tributario en beneficio del Estado. Como digo, una incongruencia como una catedral.
En este sentido, esta peripecia del SMI parece diseñada desde Asturias. Sí, porque la llama «vía fiscal» asturiana tiene mucho de esta misma filosofía, puesto que aquí hacemos lo siguiente: paga más que luego ya veré cómo te lo devuelvo. Nuestro sistema impositivo se basa, no en una bajada del IRPF en determinados tramos como debería ser, sino en un sistema de deducciones. Por ejemplo, si tienes entre 16 y 25 años te permiten deducir hasta 2.000 euros. Lo mismo entre 26 y 30 años donde te dan 1.500 euros. Sin embargo, el problema es que este porcentaje de población en nuestro paraíso natural es mínimo y que hagan la declaración de la renta aún menos. Por tanto, esos 70 millones de euros que calcula el Gobierno asturiano de beneficio fiscal para las clases medias y trabajadores, al final, se queda en nada. En seguir pagando cada vez más y a ver si hay fortuna para encajar en lo que diga la próxima Ley de Presupuestos Generales del Principado. Vamos, poco menos que como jugar a la lotería de Navidad. Si tienes suerte igual puedes optar a algún premio, eso sí, siempre menor. Tiene gracia (maldita) que ambos sistemas estatal y autonómico sigan una fiscalidad (o voracidad) paralela: el de acabar siempre pagando a Hacienda de cualquier manera. Uno subiendo el SMI para luego quedarse con parte de esa renta y otro, como ven, no bajándolo nunca, aunque tenga la mayor recaudación de su historia.
@balbuenajm