Desde ayer miércoles tenemos, por fin, nuevo presidente en nuestro paraíso natural. Sin sorpresas, tal y como estaba previsto, se ejecutó el necesario apoyo de UPyD. Ahora bien, Javier Fernández tiene que tener clara una cosa: la crisis ya comenzó a trabajar contra él. Vamos, desde el minuto uno, porque, sin ir más lejos, en una semana tiene que diseñar un recorte de 616 millones de euros para contentar a Cristobal Montoro. Utilizando el título de una película: Misión Imposible. Pero además, le va a poner a prueba en cuanto a tener que mantener su palabra. Últimamente, los discursos de investidura se están transformando en una especie de trampa para quien los ejecuta. A los pocos meses, todo el catálogo de intenciones desplegado queda en entredicho. Pongamos si no el ejemplo de Rajoy y lo que tardó en desdecirse subiendo impuestos. A Javier Fernández le pueden pasar factura sus palabras sobre los recortes. En principio, no tiene intención de hacerlos sobre el Estado del Bienestar, sin embargo, quitarle un 15% al presupuesto, va a requerirlo. Por otra parte, está el tema de que no va entrar en conflicto con el Gobierno central. Cosa, claramente, difícil de creer porque, entre otras cosas, al PSOE le van a quedar dos autonomías –Asturias y Andalucía dado que País Vasco cambiará de gobierno- como eje de su política. Entiendo que Rubalcaba, quien manda al fin y al cabo en los socialistas, va a poner a ambas comunidades como santo y seña de su manera (diferente, claro está) de gobernar.
Por lo demás, queda por resolver cómo será la relación con Izquierda Unida. Posiblemente, de amor-odio como ha sido a lo largo de la historia. IU, me atrevo a asegurar, entrará en el Gobierno. Quizá con dos o tres consejerías, eso sí, lo que no va a poder J.F. es rellenarlas de dinero público con los viejos tiempos. Intuyo que durante la legislatura vamos a vivir momentos de tensión y, puede que al final, se rompa el pacto para marcar distancias. También tendremos que ver, obviamente, cómo cumple con la otra parte, o sea, UPyD. El acuerdo alcanzado diluye sus peticiones en vagas e imprecisas comisiones. Por ejemplo. En el «caso Marea» es más que probable que la Justicia acabe antes que el Parlamento se ponga a la tarea. Además, en el tema de las circunscripción única dudo que se llegue a un mínimo consenso. Pregunto, pues, ¿serán capaces los de color magenta de no apoyar un presupuesto al ver insatisfechas sus demandas? Yo creo que tampoco.