En tiempos difíciles, las soluciones fáciles pueden parecer lo más justo. Es decir, si alguien está pasando necesidades, quizá piensen algunos, lo mejor es tomar el remedio por la fuerza. Sea esto asaltar un supermercado para llevarse alimentos, o ocupar tierras con objeto de colectivizarlas. El caso de Marinaleda y su alcalde-diputado, Juan Manuel Sánchez Gordillo, ha saltado a los titulares por hacer lo primero. Pero, en realidad, esa especie de utopía en la que viven 3.000 habitantes, su fundó en lo segundo. Fue a base de una expropiación –previa ocupación del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT)- lo que puso en marcha este trozo de la Unión Soviética que aún pervive. Sin embargo, la realidad es muy distinta. Presumen de pagar las hipotecas por 15 euros al mes, eso sí, gracias a las subvenciones. Todo el empleo que se genera, o las casas que se construyen mediante cooperativas, son debido al ingente dinero que aporta la Junta de Andalucía. Sin ello, Marinaleda sería económicamente inviable. Tiene gracia porque, a la postre, de los impuestos que pagan los trabajadores alienados y las empresas capitalistas, se nutre el sistema que dice ser la alternativa. O alimenta a quien lo quiere derribar por perverso, tal y como aseguró Sánchez Gordillo el día de su toma de posesión como parlamentario. A mí todos estos movimientos –como el denostar la política hasta límites insospechados- me generan inquietud. En las crisis económicas graves los movimientos sociales que triunfan suelen ser los más radicales. Sucedió en el siglo XX, donde, aunque algunos no lo sepan, el nazismo llegó al poder mediante métodos democráticos. Sí, Hitler ganó unas elecciones y luego devoró al sistema mediante un golpe de estado. En aquella época, los políticos alemanes democráticos eran vituperados al no poder parar la galopante inflación, o tener que pagar unas compensaciones de guerra imposibles. Hoy son el paro, la deuda, o los excesos y abusos que se han cometido. En definitiva, la misma historia.
Yo tendría más cuidado que nunca con el populismo y la radicalización de la sociedad. En Grecia, el partido neonazi “Amanecer Dorado”, no sólo ha ganado representación en el Parlamento, sino que el discurso xenófobo tiene más adeptos cada día. Sus acciones, como repartir alimentos por ejemplo, tienen por objeto únicamente a los ciudadanos griegos. Hasta han creado un banco de sangre sólo para nacionales. En situaciones límite, tal y como la que estamos viviendo, lo difícil es mantener la cabeza en su sitio y buscar soluciones. Lo fácil, en fin, ya se ve.