La petición formal de ayuda por parte de Cataluña ha abierto la caja de los truenos. El que fuera motor económico español en los noventa se encuentra desfondado: no puede hacer frente a sus deudas. Y así, ha reclamado del Fondo de Liquidez Autonómico (FLA) la nada desdeñable cantidad de 5.023 millones de euros. Eso, junto con Valencia (3.500) y Murcia (300), ha dejado el FLA en casi la mitad de sus 18.000 millones de euros. Dinero que al gobierno de Mariano Rajoy logró juntar a duras penas, recurriendo incluso a un préstamo de Loterías del Estado. Bien, el problema no está ya en que tres comunidades se hayan pulido el 50 por ciento, sino en lo que queda por venir. A este fondo, más que probablemente, tendrán que acudir otras como Canarias, Baleares, Castilla-La Mancha o Andalucía. En este último caso, dada la cierta rebeldía fiscal que mantienen y el agujero que se les presume, el importe a solicitar puede ser importante. Pero además, algunas, como por ejemplo Asturias, igual tienen que utilizarlo quieran o no. En principio, el Principado no lo necesitaría puesto que su déficit y deuda no son tan importantes, sin embargo, los mercados financieros están prácticamente cerrados. Necesita 420 millones de euros para pagar compromisos y, los bancos, de momento, no lo están poniendo fácil.
Quiero decir, pues, que la cantidad del FLA se va a quedar corta. El que un grupo de comunidades tenga que acudir al Estado para financiarse, producirá un “efecto dominó” sobre todas. Estén bien, mal o peor en sus finanzas. Que nadie espere tener un trato distinto, cuando, lo que se pone en cuestión, es la estructura autonómica en sí. Al final, no dejaban de tener razón los mercados cuando recelaban de las cuentas. Cataluña, en lo que va de año, ha recibido del gobierno central –entre anticipos, el plan de proveedores, créditos del ICO y el propio FLA- cerca de 10.000 millones de euros. Así y todo, se las ve y se las desea para salir adelante. Una de dos: o bien el agujero (cráter, diría yo) que dejó el tripartito es aún más grande de lo que nos contaron, o bien no se están haciendo los ajustes como se anunciaron.