Yo no me creo que los catalanes, o por lo menos su Gobierno, sean ahora profundamente independentistas. Ni que todo esto haya surgido por una masiva manifestación –recogiendo el descontento de todos los lados- en la Diada. Tampoco que, de repente, el único camino sea ser europeos y no españoles. Nada de eso. Entiendo que esto tiene detrás una estrategia político-económica para salvar el pellejo. El gobierno de CiU se encontró una autonomía en quiebra: debe nada más y nada menos que 44.000 millones de euros. Al principio su política consistía en aplicar recortes a tutiplén. Fueron los primeros en cerrar plantas de hospitales, implantar el copago y otra serie de cosas que ahora conocemos muy bien. Sin embargo, no ha funcionado porque la caída de la recaudación es brutal. Desde entonces, los agobios para llegar a fin de mes han sido constantes. Tanto, ojo, que se acogieron al Fondo de Liquidez Autonómica con la nada desdeñable cantidad de 5.000 millones de euros. La pregunta es, ¿puede un gobierno sobrevivir en esas condiciones? Si no reclama y busca alimentar un enfrentamiento atávico –con el estado español, claro está- como referente de todos los males, ¿cuál sería su futuro? ¿No estaría acaso abocado a un desgaste y consiguiente varapalo en las urnas?
Y aquí está la segunda parte: el rédito electoral. Con este nuevo discurso independentista se consiguen varias cosas. Una, evitar que se hable de la crisis y sólo de si se estaría mejor aislándose de la pérfida España. Dos, tratar al actual gobierno como un héroe por su enfrentamiento con Madrid, en vez de como un villano al ser incapaz de enderezar el rumbo. Y tres, se atrae el voto del independentismo hacia CiU y con ello una posible mayoría absoluta. Si Mariano Rajoy hiciese lo mismo estaría culpando a Europa de nuestros males. Diría que fuera del euro estaríamos mucho mejor y todos, ante esta situación, creeríamos ver un oasis en mitad del desierto. El problema es que, con independentismo o sin él, el agujero (yo diría cráter) catalán va a seguir ahí.
Nota: a la llegada el presidente Artur Mas fue recibido en loor de multitud. Desconocemos la razón porque no consiguió nada.