Algún lector de GResistance me ha planteado alguna hipótesis sobre la aparente calma que vive la sociedad griega a pesar de la profunda crisis. Y algún otro me ha preguntado cuáles son las que a mí me parecen más plausibles para explicar esta quietud. Me dicen también que aquí en España la percepción social de la crisis es cercana al pánico, pero que las calles no arden todavía y las convocatorias sindicales obtienen poco respaldo, más allá de algunas protestas sectoriales. Voy a tratar de explicarlo volviendo otra vez sobre Grecia, ya que los indicadores económicos griegos son, con mucho, peor que los españoles y nos llevan una cierta ventaja en este proceso interminable de caída hacia el abismo.
Y voy a intentar explicarlo, tratando de establecer algunos paralelismos con lo que ocurre en España, a partir de las ideas de Petros Márkaris a las que ya aludí en GResistance. Pero también apoyándome en los testimonios de personas anónimas con las que tuve la oportunidad de hablar en Grecia. La sociedad griega, en opinión de Márkaris, se ha dividido desde el comienzo de la crisis en 4 grupos que han corrido una suerte desigual. Como en todas las épocas convulsas, siempre hay algún sector de la población que sale beneficiado. Márkaris lo identifica con el formado por las empresas constructoras y las suministradoras de las administraciones públicas, o el “partido de los beneficiarios”, en sus propias palabras. Son grupos que se han beneficiado del sistema hasta tal punto de llegar a formar una artificial coalición con los antiguos gobiernos de la nación y sus miembros. Por este lado no se esperan, pues, protestas. Y aunque es un colectivo difícilmente cuantificable, quizás sea más nutrido de lo que se cree.
Junto a ellos, un grupo social más numeroso pero con dificultades para organizarse como tal y obtener provecho de estas alianzas. Trabajadores por cuenta ajena y propietarios de pymes que trabajan de sol a sol. El llamado por Márkaris “grupo de los mártires” tiene como objetivo, encontrar ideas ingeniosas que devuelvan los clientes a sus negocios, o trabajar con la esperanza de cobrar un menguante salario a fin de mes. Resistir y sostener un país que reposa sobre sus hombros, escarnecidos por el aumento del IRPF, el doble incremento del IVA del último año y el último conejo salido de la chistera de sus gobernantes: un complemento de solidaridad. Impuestos todos que los defraudadores ignoran o consiguen sortear con destreza ante la pasividad y/o la complicidad de sus gobernantes. Organizado o no, este es el grupo más numeroso, pero bastante tiene con ganar su salario. Su conducta bien podría ser la que habitualmente se conoce como free rider. Un vuelco en la situación del país les puede favorecer pero…también acabar con lo poco que tienen. El cambio, si se produce, que lo hagan otros. Pero entre tanto, una buena proporción puede estar dejando de ver ventajas en el martirio, dadas las excelencias que ofrece el club de los beneficiarios. Llamémosle el “lado oscuro”.
Si la crisis, para mayor desgracia, te ha encontrado en el paro en Grecia, solo queda esperar que la prestación por desempleo llegue a tus cuentas a tiempo. No siempre es así. Por eso, las facturas mensuales se acumulan, entre ellas, el recibo de la luz, que el Ministerio de Hacienda del país heleno ha gravado con impuestos hasta hacerlo impagable para muchos ciudadanos. Sobre todo a los jubilados, que con sus depauperadas pensiones se ven en la disyuntiva de afrontar los nuevos impuestos o dejar de disfrutar de iluminación en sus domicilios. Parados y jubilados, junto a los jóvenes, serían los grupos más activos en las protestas, ya que, como en España, el paro juvenil alcanza a más de la mitad de este colectivo. Y también estarían en esta avanzadilla los ciudadanos sin recursos, que no dejan de crecer, según Márkaris. Muchas personas ya no pueden permitirse pagar sus medicinas y los indigentes se multiplican. Márkaris habla de Grecia pero bien podría estar hablando de España. Así que reformulo la pregunta que hice en GResistance ¿es esta la realidad diaria de España?
No es exactamente igual pero se le parece mucho. Del grupo de los beneficiarios algo sabemos también en nuestro país, ¿verdad? Solo hace falta dar un repaso a los titulares de los medios de comunicación para darse cuenta del crecimiento exponencial de los aprovechados, así que por aquí tenemos a una parte de la sociedad ajena a la crisis y, por tanto, a las protestas. Por otra parte, parece que la situación todavía no es límite en el caso de quienes reciben prestaciones por desempleo ni tampoco en el de los pensionistas. Si bien los constantes e importantes incrementos de los precios y las nuevas obligaciones para los parados quizás no tarden en asimilarlos a los griegos. Eso sin contar con las subidas de impuestos que muchos de estos ciudadanos ven como injustas e inasumibles.
Nos quedan “los mártires”, que aquí también los hay, y muchos, pero que cada vez encuentran más incentivos para desertar de este colectivo. Han aparecido algunas plataformas, no muy activas ni numerosas, la verdad, que protestan por las subidas de tasas o impuestos. Pero la desobediencia podría estar tomando otro camino. En el último Barómetro Fiscal publicado en septiembre del año pasado por el Instituto de Estudios Fiscales, en torno a un 40% de los españoles encontraba justificaciones para el fraude fiscal. Algunas de las razones que explicaban esta actitud eran la impunidad de los defraudadores y la ineficacia de la lucha contra el fraude. Pero lo que es tremendamente esclarecedor es el principal argumento auto exculpatorio: “existen circunstancias que obligan a defraudar para salir adelante”.
Los datos del barómetro son muy anteriores a la amnistía fiscal decretada por el actual gobierno, así que habrá que esperar al próximo para ver cómo ha sentado esta medida. Desconozco las decisiones que está tomando el gobierno griego para frenar la economía sumergida y el fraude fiscal pero en nuestro país no parece que se vaya por el mejor de los caminos, como ya advirtió Krugman, a pesar de algunos mensajes triunfalistas. Por si fuera poco, en la línea de anuncios funestos a los que ya estamos acostumbrados, el ministro de Guindos nos advertía, o más nos bien amenazaba, con que si no hay crecimiento (¿acaso no es ese su trabajo?) ni empleo en los próximos trimestres estarán en peligro las prestaciones sociales. Y esta misma semana la CEOE abundaba en los malos augurios pronosticando más recesión y paro de seis millones para 2013. Como de Guindos no especificó el número de trimestres, no sabemos si la CEOE anticipaba la definitiva caída de España al infierno o si nos mantendremos en este limbo eterno. Pero a buen seguro, ya hay quien está preparando el abandono del martirio. Por si acaso. Así que en un país tan remiso al compromiso fiscal como adicto a la economía informal conviene no empecinarse con objetivos de déficit imposibles de cumplir en tan corto plazo. De lo contrario, se corre el riesgo de empujar a los ciudadanos a buscar soluciones fuera del sistema como respuesta a la crisis. Para salir adelante.