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Angel Alonso

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La sociedad del conocimiento devuelta a la tierra en la nave de la ESA

El Ministerio de Industria tiene previsto reducir a la mitad la inversión en los programas de la Agencia Europea del Espacio (ESA) el próximo año. Parece una idea poco acertada si tenemos en cuenta el esfuerzo que tanto las Administraciones públicas como las empresas involucradas en los proyectos han efectuado en las dos últimas décadas. Un esfuerzo que no ha sido en vano, puesto que ha llevado a nuestro país a ser la quinta potencia espacial europea.

Spanish.people.com

Científicos y empresarios ya han advertido de los peligros de esta política miope, que supondría una gran pérdida de capacidad tecnológica y la emigración de un importante capital intelectual. Y Change.org ya se está movilizando, pidiendo a José Manuel Soria que recapacite y cambie su decisión. ¿Es este el nuevo modelo económico que nuestros políticos nos prometieron? Desde luego no lo parece, puesto que reducir nuestra presencia en un sector estratégico como este socava las bases del crecimiento sustentado en el incremento de la productividad a través de la innovación y no de la “devaluación interna”. Inmersos en la profunda crisis económica y de empleo que todavía ( a pesar de los brotes verdes) padecemos, parece que hemos olvidado los problemas de nuestro pasado reciente.  Por si acaso, vamos a recordarlos

El período 1994-2007 deparó cifras no vistas anteriormente en la economía española, convertida en una locomotora cuyas tasas de crecimiento eran muy superiores a las de los países de su entorno, manteniendo un ritmo sostenido superior al tres por ciento durante muchos de estos años. Todo ello hizo que se hablara de “milagro” como antes se había hecho con otras economías que habían experimentado un despegue semejante. Sin embargo, simultáneamente comenzaron a recibirse las primeras advertencias acerca de las deficiencias que aun lastraban al modelo económico español, las cuales podrían desembocar en serios problemas si tal esquema no era completado.

Si sólo aumentamos la cantidad de factores empleados, el nivel de producción se encuentra sujeto a la ley de rendimientos decrecientes, por lo que a largo plazo la economía dejará de crecer. En España, durante estos años de “milagro económico” se puso todo el énfasis en el factor trabajo, logrando enormes progresos en la creación de empleo a cambio de cifras muy pobres en lo que a productividad se refiere. Pero además, este crecimiento del factor trabajo se produjo a expensas casi exclusivamente del sector de la construcción, en una época de fiebre constructiva sin parangón. Un único sector productivo desarrollado a partir de la simple movilización masiva de las inversiones y de la mano de obra tenía sus límites muy marcados y se encontraba sometido a los riesgos de un más que probable “pinchazo” inmobiliario, tantas veces anticipado. No parecía éste el mejor de los escenarios para la modernización del país pues el espejismo de las grandes cifras macroeconómicas invitaba a la  autocomplacencia de una clase política española caracterizada por su visión “cortoplacista” y su aversión al riesgo de incurrir en los costes sociales y consecuentemente políticos que traería consigo un modelo de crecimiento más equilibrado y duradero. Desgraciadamente, la crisis económica y financiera con la que la globalización ha inundado los mercados mundiales nos ha devuelto a la realidad y nos obliga al replanteamiento de la situación.

scielo.org

El sociólogo Daniel Bell ya hablaba en su sociedad post-industrial de la emergencia de una economía centrada en el conocimiento y la tecnología. Y desde la economía, hace tiempo que los modelos de crecimiento endógeno vienen planteando respuestas que otorgan al estado la posibilidad de impulsar las medidas económicas. Simplificando mucho, la búsqueda de soluciones debe incidir en la mejora integral del sistema de innovación, potenciando la aceleración del cambio tecnológico. En el caso de España, durante los años de intenso crecimiento económico comentados, se mejoraron de forma notable las tasas de ocupación a la vez que se realizaba un esfuerzo considerable en inversiones de capital (instalaciones, maquinaria, infraestructuras…) pero el cambio tecnológico continuó siendo la asignatura pendiente de nuestro modelo económico. Tal cambio, ampliamente dependiente del gasto en I+D, es consecuencia también del esfuerzo investigador, y de sus relaciones con la empresa y el entorno económico existente, algo que no se ha conseguido realizar convenientemente debido a la escasez de científicos base, las limitadas capacidades tecnológicas de las empresas y los fallos en la conexión con los agentes.

Algunos ejemplos nos pueden servir de referencia a la hora de buscar soluciones al problema del cambio tecnológico en España. Así, países tan dispares en territorio, población, recursos naturales o tradición empresarial como la India o Israel y, ¿por qué no? Irlanda (la triple I) han hecho de la necesidad virtud y han conseguido avances importantes en la formación de un tejido industrial apoyado en las nuevas tecnologías.

El país asiático, a pesar de las dificultades económicas, consiguió conformar un proyecto en Bangalore Valley en el que tomó cuerpo un parque empresarial con más de mil doscientas firmas tecnológicas mediante el apoyo a pequeñas empresas de software de exportación vía exención de impuestos y financiamiento. Además, con el establecimiento de grandes empresas, se consiguió retener a científicos que de otra forma hubieran emigrado a  Estados Unidos, suavizando la tradicional fuga de cerebros de la India.

Por su parte, Israel, se ha dotado de un modelo económico que, por cierto, es estudiado por el gobierno español aunque los hechos parezcan desmentirlo. Israel consiguió pasar de ser un país dedicado al cultivo de cítricos y algodón a otro caracterizado por la diversificación y la alta tecnología. En este caso, el impulso le vino dado a partir de la obligación de innovar en el campo militar, logrando interesantes desarrollos en software y alta tecnología a través de fuertes incentivos fiscales, prestamos bancarios y, lo que es más importante, el apoyo a los centros de investigación.

Pero si hay un caso de desarrollo que podemos considerar espectacular, ese es el de Irlanda, un pequeño país, eminentemente agrícola, que durante algunos de los últimos años pasó a encabezar todas las estadísticas en cuanto a creación de empleo, prosperidad y productividad y lo consiguió teniendo las TIC como estrategia fundamental de crecimiento. Uno de sus proyectos, Digital Hub, consiguió utilizar en Dublín las sinergias necesarias para que una comunidad heterogénea de artistas, tecnólogos, investigadores empresarios y educadores pusieran en marcha un proyecto futurista para regenerar una deprimida zona de industria tradicional hasta convertirla en varios miles de empleos de alta tecnología.

igvg.wordpress

Resulta ejemplarizante, quizás por cercano, el  modelo irlandés, que en las últimas dos décadas puso el acento en el factor “educación” para incrementar sus niveles de competitividad y atraer empresas como Intel y otras firmas mundiales. Así, según los informes del World Competitivenesss Yearbook, la respuesta del sistema educativo a las necesidades de competitividad situaron a Irlanda durante algunos años  a la cabeza de los países europeos (duplicando casi a España) y consiguiendo éste liderazgo a base de incrementar el gasto educativo en un 150% y obteniendo un output de graduados/año en nuevas tecnologías similares a los de una potencia como Alemania. Educación secundaria gratuita, creación de universidades técnicas y estímulos a la inversión con énfasis a la que garantizara la transferencia de tecnología y las exportaciones sentaron las bases. Pero Irlanda fue el primer país europeo en entran en recesión, me diréis. Sí, lo cual no hace sino demostrar como un deficiente control de las finanzas y la burbuja inmobiliaria pueden acabar con todos los avances conseguidos en otros campos ¿Os suena?

Naturalmente, las soluciones mencionadas no pueden extrapolarse sin más al ámbito español, ya que algunos factores como los bajos costes laborales en el caso de la India, o la mayor utilización del idioma inglés en los tres países pueden favorecer algunas de estas estrategias. Pero otros factores que juegan un papel también importante se encuentran al alcance de la economía española. Un acceso más barato, seguro, rápido y generalizado a Internet y la mejora de la administración electrónica deben ser las bases sobre las que asentar el desarrollo de las TIC. Ah, y contamos con el idioma español, como vehículo para la penetración en América Latina.

Sobre el autor

Soy sociólogo y me considero una persona dinámica, a la que le gustan los retos personales y profesionales. Esa inquietud se refleja también en mi compromiso con la sociedad, civil, ayudando a organizar actividades como foros y congresos como miembro de la Asociación Asturiana de Sociología y de la Junta de Gobierno del Colegio de CCPP y Sociología del Principado de Asturias. Escribo cuando puedo en este blog y participo con cierta asiduidad como colaborador de medios locales, principalmente en prensa escrita y radio.


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