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Angel Alonso

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Exorcistas sociales

Se acaban de cumplir 40 años del lanzamiento del Tubular Bells de Mike Oldfield, una obra maestra de la música. Es “una sinfonía moderna, el comienzo del “indie” , del new-age,del chill-out, de la música en sí misma”, como lo describe Julián Ruiz en Plásticos y Decibelios. Es más, mucho más que la banda sonora de El Exorcista, película con la que muchos comenzaron a familiarizarse con la música del compositor de Reading. Pero, como las casualidades son así de caprichosas, este aniversario ha coincidido con la noticia de que el Arzobispado de Madrid está buscando sacerdotes formados para practicar exorcismos, una profesión que, dicen, tiene demanda.

No solo la Iglesia anda a la caza de exorcistas. Buena parte del mundo moderno busca, de momento sin éxito, a quien practique el exorcismo que saque los demonios de la recesión y el paro del Cuerpo Social.  En España, sin ir más lejos, lo intentan desde hace un par de años diversos movimientos sociales o peculiares partidos políticos. También las formaciones más clásicas se afanan en la búsqueda de su particular exorcista. Unos, se inclinan por un joven padre Karras, mientras tratan de tirar al actual por la ventana. A otros se les aparece el viejo Merrin, al que creían olvidado y que, paradójicamente, vuelve con todos los demonios.

La Teoría del Cuerpo Social de Milan Marinovic dice que toda crisis  “conlleva niveles de tensión social y formas de conductas expresadas de manera racional organizada, emocional condicionada o instintiva tendencial, según prevalezcan en la naturaleza de la acción la razón, los sentimientos o los instintos”.  Según este paradigma, las acciones que se produzcan durante la crisis irán asociadas en una primera fase a la inestabilidad, a través de una conducta racional organizada o peticiones dentro del marco legal. La segunda fase sería de agitación con una conducta caracterizada por la presión ilegal sin daño. En la tercera fase, la violenta, llegaría la imposición ilegal con daño. De momento hemos transitado por las dos primeras sin que quienes tienen el mandato de representación se hayan dado por aludidos. Siguen sordos ante la ciudadanía, ciegos ante las encuestas y mudos ante los medios. No hay crisis sistémica, dicen, mientras continúan con sus exorcismos habituales.

Mike Oldfield habla en su autobiografía,  Changeling, de sus demonios interiores de juventud, encarnados en el LSD, el alcohol y las numerosas fobias. Autodidacta en lo musical, se convirtió también en su propio exorcista, liberándose hasta componer con tan solo 19 años la inconmensurable Tubular Bells, y otras joyas sinfónicas posteriores como Ommadawn. Seguimos esperando a los nuevos exorcistas sociales pero de momento os invito a expulsar a vuestros súcubos íntimos escuchando una vez más el Opus One.

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Sobre el autor

Soy sociólogo y me considero una persona dinámica, a la que le gustan los retos personales y profesionales. Esa inquietud se refleja también en mi compromiso con la sociedad, civil, ayudando a organizar actividades como foros y congresos como miembro de la Asociación Asturiana de Sociología y de la Junta de Gobierno del Colegio de CCPP y Sociología del Principado de Asturias. Escribo cuando puedo en este blog y participo con cierta asiduidad como colaborador de medios locales, principalmente en prensa escrita y radio.


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