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Angel Alonso

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La vida en rojo… y con trazos gruesos

La muerte de un trabajador en Armón Gijón golpeado por un cable responde exactamente a la tercera acepción de accidente que encontramos en el diccionario de la RAE “Suceso eventual o acción de que involuntariamente resulta daño para las personas o las cosas”. Estaríamos hablando, pues, de un hecho fortuito e imposible de prever. Sin embargo, tres muertes en menos de dos años parecen demasiadas para resultar únicamente fruto de la casualidad, más si tenemos en cuenta, como advertía el representante de CSI en el sector naval Cándido González Carnero, que en este astillero se han producido ya más fallecimientos por accidente que en toda la historia de la construcción naval en Asturias.

El dirigente sindical no pueden ser tachado de oportunista puesto que hacía esta misma reflexión cuando se produjo otro accidente mortal en mayo de 2014, suceso que provocó una huelga de diez días en la factoría.  Tras aquello, la empresa reconoció implícitamente fallos en la seguridad. No de otra forma se puede entender que aceptaran introducir todas las medidas propuestas por los trabajadores, constituyeran una coordinadora de seguridad y salud y reforzararan la vigilancia y el control de la seguridad en la factoría gijonesa, eso sí, con la contratación de una empresa externa. El propio González Carnero se mostraba satisfecho del acuerdo alcanzado entonces, otra cosa es que posteriormente se pasara del compromiso a la acción. Y todavía podemos remontarnos más atrás en la preocupación por las condiciones laborales de los trabajadores de Armón, pues en julio de 2013 en el marco de la Semana Negra (celebrada, por cierto, en los terrenos que antes ocupaba Naval Gijón) el propio González Carnero repartía unas octavillas en las que se denunciaba las precarias condiciones laborales de la plantilla de Armón-Gijón. Por aquel entonces, yo mismo trasladé la intranquilidad de los trabajadores al público asistente a la presentación del libro “Astilleros en el Arco Atlántico”.

Es la primera muerte de 2015 en Asturias, tras un 2014 de alta siniestralidad con14 fallecidos en un año en el que hubo 21.000 accidentes de trabajo más en España (un incremento del 5% hasta noviembre) con respecto a 2013, y desde los sindicatos se culpa de este repunte (tras años de descenso, bien es cierto) a la precariedad laboral. Ya dije al comienzo del post que lo ocurrido en Armón se ajusta estrictamente al canon de accidente sin buscar explicaciones alternativas, y así hay que considerarlo mientras la investigación oficial no diga lo contrario. Pero seguramente las organizaciones sindicales no estén desencaminadas cuando argumentan que pudiera existir una conexión entre siniestralidad laboral y precarización de las condiciones de trabajo. La literatura sociológica es profusa en la descripción de la desregulación laboral y de los efectos precarizantes de la “empresa mínima” y de la externalización de actividades, procesos que parecen formar parte del ADN de Armón Gijón.

Aunque tienda a obviarse, no podemos olvidar las consecuencias de la precarización para las empresas y el tejido productivo en general, ya que la inseguridad laboral impide generar las bases para su sostenibilidad y dificulta la cualificación de los trabajadores, algo que no podría ser sin el papel clave que las instituciones juegan mediante la legislación o la falta de ella. Pero la inseguridad de empleo y de salarios tiene en primera instancia efectos indeseados para los trabajadores, también en términos de accidentes laborales. No hay que remontarse a las condiciones laborales precarizantes de la Revolución Industrial, ni siquiera a la política del Five Dollar Day de Henry Ford, un paternalismo patronal tras el que se ocultaba el mantenimiento de los trabajadores en las duras condiciones de las cadenas de montaje o cláusulas restrictivas y disciplinarias que limitaban el acceso a los aumentos salariales. Resultaría ingenuo, incluso, pensar a estas alturas que el capitalismo industrial no busque el aumento de la productividad y de los beneficios por encima de cualquier otra consideración pero, como en todo, hay líneas rojas que no deben superarse. La vida de las personas tiene que estar pintada de este color… y con trazos gruesos.

Sobre el autor

Soy sociólogo y me considero una persona dinámica, a la que le gustan los retos personales y profesionales. Esa inquietud se refleja también en mi compromiso con la sociedad, civil, ayudando a organizar actividades como foros y congresos como miembro de la Asociación Asturiana de Sociología y de la Junta de Gobierno del Colegio de CCPP y Sociología del Principado de Asturias. Escribo cuando puedo en este blog y participo con cierta asiduidad como colaborador de medios locales, principalmente en prensa escrita y radio.


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