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Angel Alonso

Sociedad sin Red

Las dos almas de las primarias

Los procesos de primarias pueden convertirse (y a menudo lo hacen) en herramientas de desgaste de los partidos. Y más ahora, con el altavoz que suponen las redes sociales por su potencial para la comunicación masiva e inmediata, algo que podríamos identificar como una ventaja, pero también un reto y un riesgo.

 

El conflicto interno puede favorecer la cohesión y estimular el debate y las ideas entre grupos y facciones internas y resultar útil para aprender, corregir e innovar. E incluso, para encontrar algún mirlo blanco dentro de la propia formación que lidere un nuevo momento político. Los partidos andan a la caza de lo que yo he denominado aquí en alguna ocasión exorcistas sociales, personalidades fuertes que saquen los demonios de la recesión, la inflación o el paro del cuerpo de la sociedad. En el caso de los partidos políticos, las primarias, como preludio del inicio de la carrera electoral, son el comienzo de esta catarsis, de este efecto purificador, liberador, de transformación interior.

Pero las primarias sirven igualmente para visualizar las diferencias internas en el partido y, más allá, suelen avivar conflictos internos o generar otros nuevos, que se manifiestan de diversas formas. Esa es una de las razones de la resistencia al cambio, a confrontar ideas o personas. Las diferencias de criterio se identifican con los enemigos que amenazan la unidad y armonía internas. De ahí que abunden los simulacros de primarias con un solo candidato o con la presencia entre los postulantes de un candidato oficialista que dificulta mucho la elección de la candidatura alternativa a la apoyada por el aparato del partido. Se trata de eliminar la posible competencia de una manera disimulada, disfrazada de diálogo, unidad de partido y consenso.

Las primarias y la ciudadanía

Solemos pensar que en épocas de crisis, seguramente la democracia y la transparencia interna de las formaciones políticas no sea una prioridad para los ciudadanos. Existe la creencia de que interesan fundamentalmente al propio partido, que se juega mucho, al resto de competidores, y a los politólogos y medios de comunicación, que la ciudadanía está más concentrada en su día a día, en sus problemas y lo que les interesa es encontrar ese exorcista que les libere de esos demonios. Pero quizás no sea así.

Ignacio Urquizu, sociólogo y profesor de la Universidad Complutense publicaba hace ya algunos años en Los partidos políticos se desmoronan una encuesta sobre quién debe elegir al líder. Ya sé que era 2013, y han pasado muchas cosas desde entonces, pero es que no hay mucha literatura al respecto. La cuestión es que los resultados indicaban que la mayoría de los encuestados expresaba que deberían ser todos los ciudadanos quienes participaran en el proceso (37%), a continuación se situaban quienes consideraban que debían ser elegidos solo por afiliados (20%), después los que entendían que era una cosa de simpatizantes y afiliados (15%) y en último lugar quienes opinaban que la elección debe hacerse en los órganos internos del partido (13%), de tal forma que  los ciudadanos se decantan por las primarias para elegir a los líderes y, además, por un modelo abierto y participativo. Y, además, los votantes jóvenes y de centro (es decir, moderados, en la escala ideológica) son los que mayoritariamente apoyan las primarias. Este hecho no es baladí, porque es muy difícil que ningún partido obtenga la victoria sin el refrendo estos dos grupos de ciudadanos.

En estas circunstancias, dar con el tono es muy complicado. Por eso, normalmente la mejor estrategia posible para las primarias es la ambigüedad programática, algo que estamos viendo con claridad en los primeros momentos de la carrera electoral en Gijón. Y es que no podemos perder de vista que en la campaña de las primarias conviven dos objetivos de forma simultánea: las promesas que se hacen a los militantes y aquellas dirigidas a los votantes. Y esta sí que puede convertirse en una contradicción decisiva, ya que si los intereses son diferentes dificultará posteriormente el triunfo del partido en las elecciones. Es lo que, parafraseando al politólogo Carlos Boix, ya que estamos con los símiles espirituales, podríamos denominar como “las dos almas” de las primarias. Dos almas no siempre fáciles de conciliar.

Enlaces relacionados: Hablamos de las primarias | Onda Cero Radio

Sobre el autor

Soy sociólogo y me considero una persona dinámica, a la que le gustan los retos personales y profesionales. Esa inquietud se refleja también en mi compromiso con la sociedad, civil, ayudando a organizar actividades como foros y congresos como miembro de la Asociación Asturiana de Sociología y de la Junta de Gobierno del Colegio de CCPP y Sociología del Principado de Asturias. Escribo cuando puedo en este blog y participo con cierta asiduidad como colaborador de medios locales, principalmente en prensa escrita y radio.


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