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Angel Alonso

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Imprevistos electorales

Los líderes suelen ser receptores pasivos de los sucesos imprevistos. Quiero decir con esto que la existencia de eventos inopinados muestra que la planificación de la campaña, el manejo de la impresión del que hablábamos en el post anterior está lleno de riesgos e incertidumbres. Así que se ven obligados, con frecuencia, no solo a gestionar estos sucesos de la mejor manera posible sino también a comunicar bien que están haciendo o qué van a hacer para solucionarlos. Tenemos muchos ejemplos a lo largo de la historia en nuestro país y en nuestra comunidad: desde sentencias por corrupción que caen como una bomba en plena campaña electoral como, ya que hablamos de bombas, atentados terroristas o catástrofes naturales. Todos ellos entran dentro de esa categoría de “sucesos imprevistos”, aunque con algunas diferencias, claro. En principio, podríamos pensar que estos sucesos no son nada beneficiosos para los partidos en el gobierno y sus líderes. pongamos como ejemplo algunos asuntos recientes y cercanos.

En el reciente caso de los trenes que no caben por los túneles, no ha sido el gobierno asturiano quien ha fallado en la planificación y la gestión de los mismos, pero es un partido de su mismo color el que está en el gobierno central, así que esto se convierte en un arma en su contra. Aquí, normalmente, tienen que tratar de convertir este fiasco en una  ventana de oportunidad. El gobierno regional, con su líder al frente,  tiene la oportunidad de dar a conocer mucho mejor su verdadero carácter político cuando tiene que reaccionar ante algo que no estaba previsto. De la capacidad para hacerlo y de la forma en que se responda a un suceso como este dependerá la imagen que se tenga de la capacidad de gestión del partido y de la personalidad de su líder. Así, puede revelar un perfil desconocido hasta entonces y parece que desde el gobierno regional se está jugando esta baza,  la de descubrir a un presidente que no es un mero comparsa del gobierno central, como se le ha acusado en muchas ocasiones, sino que tiene voz propia, carácter y no se va a conformar con cualquier parche.

Un tren de Feve saliendo por el túnel de Vega de Anzo.

Foto: El Comercio

En cuanto a la sentencia de la ordenanza de movilidad de Gijón, parece que se está siguiendo una estrategia muy diferente por parte del equipo de gobierno local y del candidato del PSOE a las elecciones: las instrucciones sugieren un perfil bajo, no hacer ruido que podría perjudicar, lo cual, desde mi punto de vista, es un error. El futuro candidato debería dejarse ver más, darse a conocer y qué mejor oportunidad que salir al paso de este “suceso imprevisto”. Empezar antes te permite estudiar a los adversarios y las estrategias posibles, e incluso preparar al candidato para todos los escenarios posibles.

Muchos de estos imprevistos electorales tienen una intensidad dramática muy alta. En el caso de los trenes, diríamos que llueve sobre mojado. La gestión de las cercanías en Asturias no ha sido la mejor posible. Después está el asunto de la variante de Pajares a la que parece que no le llega nuca la puesta en funcionamiento y la ordenanza de movilidad de Gijón y, concretamente el plan del Muro han sido algunos de los temas de confrontación y polarización más importantes de la legislatura y tienen garantizada la atención mediática.

Por eso, los líderes se juegan mucho en las sus respuestas y en la gestión de este tipo de acontecimientos que, en los casos planteados, no responden a la misma categoría. Paul Brace y Bárbara Hinckley (1991) distinguen los sucesos en torno a dos ejes. Uno sería el eje de lo positivo/negativo (porque también puede haber sucesos imprevistos positivos) y el otro el de lo voluntario (que lo haya decidido el gobierno) y lo no voluntario (lo fortuito o decidido por alguien ajeno). Los dos ejemplo que estoy poniendo son negativos, pero el suceso de los trenes no lo ha decidido el gobierno regional, mientras que la ordenanza de movilidad sí es una decisión del equipo de gobierno local, así que la respuesta y la gestión de la crisis deben de ser necesariamente distintas.

En todo caso, los partidos de la oposición encuentran una gran oportunidad para meter el dedo en la llaga: los sucesos imprevistos activan la reacción y la respuesta de los rivales que buscan siempre desgastar la capacidad del gobierno de gestionar la incidencia. Y, además, lo hacen personificando en el líder o la lideresa del partido en Asturias o en Gijón, sea o no su responsabilidad directa.

La cuestión central es cómo influye la gestión de lo imprevisto en la popularidad de los gobiernos porque esto es motivo de no pocas discusiones en política y ha llevado a interesantes debates. Por ejemplo, la teoría del ciclo electoral dice que existe un curso autónomo, un calendario electoral independiente de la gestión de gobierno, es decir, de sus aciertos, de sus errores y del contexto político. Desde esta perspectiva, la valoración que los ciudadanos hacen de los políticos y los partidos se guía, principalmente, por sus afiliaciones o preferencias políticas. En los casos que pongo como ejemplos serán tratados como incidentes desafortunados o tratarán de desviarse responsabilidades: la culpa es de los técnicos que no tuvieron en cuenta las medidas de los túneles de FEVE o los jueces, que son partidistas y tratan de derribar al equipo de gobierno. Quienes tienen otras preferencias políticas lo ven como un escándalo, con ocultaciones malintencionadas e improvisaciones irresponsables.

Opuestos a esta teoría, otros autores rechazan la teoría del ciclo electoral y creen que la popularidad de los políticos, aún a pesar de esa estabilidad que le otorgan las preferencias políticas, existe un margen de fluctuación de esa simpatía, que depende de ese contexto político del que hablábamos antes y de la capacidad de gestionar los incidentes y sucesos imprevistos. Diríamos que en una parte de la ciudadanía existe un prejuicio ideológico y desinformado en las valoraciones que hace de los políticos y la política, y para otros tiene una mayor importancia la información y la experiencia real, la percepción de lo realizado y de atribución de la responsabilidad.

Así que, por mucho que la acción de gobierno haya sido buena o trates de venderla así, no solo  las medidas económicas y sociales decantan las elecciones, sino que las valoraciones son vulnerables a estos incidentes. Un presidente no puede confiar sólo en el éxito económico para lograr el apoyo político, sino que debe atender también a la comunicación de su gestión y, en particular, de la comunicación de la gestión de los sucesos imprevistos.  Hay realidades que el ciudadano puede evaluar por sí mismo, porque dependen de su propia experiencia, como la situación económica, pero hay otras que son más difíciles de conocer si no es a través de los medios de comunicación o las redes sociales, porque son cuestiones que quedan fuera del día a día y solo salen a la luz o se desvelan datos nuevos gracias a su papel amplificador o reductor. De ahí el nerviosismo que muchos políticos muestran en campaña.

Enlaces relacionados: https://www.ondacero.es/emisoras/asturias/gijon/sucesos-imprevistos-que-entran-campana_2023022263f60b5bb38560000159c0d1.html

 

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Sobre el autor

Soy sociólogo y me considero una persona dinámica, a la que le gustan los retos personales y profesionales. Esa inquietud se refleja también en mi compromiso con la sociedad, civil, ayudando a organizar actividades como foros y congresos como miembro de la Asociación Asturiana de Sociología y de la Junta de Gobierno del Colegio de CCPP y Sociología del Principado de Asturias. Escribo cuando puedo en este blog y participo con cierta asiduidad como colaborador de medios locales, principalmente en prensa escrita y radio.


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