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Angel Alonso

Sociedad sin Red

El poder oculto de la abstención

Puede parecer una respuesta de Perogrullo, pero abstenerse significa no votar ni a favor ni en contra de una propuesta. En términos formales, no se suma al recuento de los votos positivos o negativos, sin embargo, puede influir en el resultado final si la votación requiere una mayoría específica.

Dicho esto, la abstención en una votación puede interpretarse de diversas maneras según el contexto político, estratégico e institucional:

  • Neutralidad formal: no se toma partido de manera explícita.
  • Cálculo estratégico: puede usarse para no asumir costes políticos directos.
  • Indecisión o falta de acuerdo interno: en algunos casos, la abstención refleja divisiones dentro del grupo político.
  • Evitar bloqueos institucionales: en algunos sistemas, abstenerse puede facilitar que se tomen decisiones sin asumir una postura clara.

¿Por qué escribo hoy sobre la abstención? En el contexto específico de Gijón parece especialmente oportuno a raíz de la votación sobre la declaración de zonas tensionadas en los barrios de La Arena y Cimadevilla.

Votación del Pleno municipal sobre la declaración de zonas tensionadas. La concejal de Vox también votó a favor junto con PP, foro y el edil no adscrito.

Foto: El Comercio

La abstención inicial de Foro y PP puede interpretarse como un intento de ganar tiempo y evitar enfrentamientos directos antes de tener una postura más definida, como también puede servir para aplazar la toma de una decisión clara. Al no votar en contra en ese primer momento, permitieron que la iniciativa avanzara sin asumir un coste político inmediato.

De esta forma, se ha convertido en una herramienta estratégica que les permite evitar tomar una posición firme en un momento determinado, por falta de información suficiente, por la necesidad de evaluar mejor el impacto de una decisión o, incluso, con la intención de no generar conflictos internos o externos antes de tiempo. Sin embargo, al haber pasado de la abstención a un voto en contra, han terminado por tomar una posición clara en contra de la medida, lo que puede interpretarse como una falta de coherencia política.

No obstante, este tipo de cambios no son infrecuentes en política, aunque siempre conllevan un riesgo de desgaste si los ciudadanos o los adversarios políticos lo interpretan como una falta de solidez en las decisiones. Digamos que el grado de riesgo depende del contexto político en el que se tome la decisión. Desde un punto de vista formal, cualquier partido o representante puede cambiar su postura después de haberse abstenido en una votación. Sin embargo, como decía, este tipo de cambios pueden traer consecuencias negativas. Veamos cuáles.

  • Incoherencia política: un cambio de postura puede interpretarse como una falta de consistencia, lo que da lugar a críticas por parte de otros actores políticos y de la ciudadanía.
  • Acusaciones de oportunismo: si un partido se abstiene en un primer momento y luego vota en contra o a favor, puede parecer, a ojos de la ciudadanía o del resto de partidos, que está intentando evitar responsabilidades o que está reaccionando a presiones externas.
  • Erosión de la credibilidad: si estas modificaciones de postura son frecuentes, pueden generar desconfianza entre los votantes y los propios aliados políticos, ya que se percibe una falta de principios claros o una toma de decisiones basada en cálculos electorales más que en convicciones.

Reitero: abstenerse no impide que se posicionen después

No obstante, un gobierno debe evaluar cuidadosamente cuándo y por qué opta por esta vía y esto depende mucho del contexto en el que se produzca.

En un gobierno con mayoría absoluta, la abstención puede ser una herramienta táctica para no desgastarse en debates innecesarios o para dejar margen de maniobra a otros actores políticos. Sin embargo, en un gobierno sin mayoría, abstenerse en votaciones clave puede ser visto como una señal de debilidad o de incapacidad para gobernar con decisión.

Por otra parte, en asuntos técnicos o de escasa relevancia política, la abstención puede no tener grandes repercusiones. En temas altamente sensibles o de gran impacto social (como puede ser este), la falta de una postura clara puede generar críticas, tanto de la oposición como de la ciudadanía.

En tercer lugar hay que considerar si nos encontramos ante escenarios de alta confrontación, donde abstenerse puede ser visto como una forma de evitar tomar partido y esto puede provocar acusaciones de falta de valentía o liderazgo. En contextos menos polarizados, sin embargo, la abstención puede ser interpretada como una señal de prudencia o de búsqueda de consenso.

Un cuarto factor a tener en cuenta, sería que los votantes pueden interpretar la abstención, ya digo, como un intento de esquivar responsabilidades, lo que podría debilitar la confianza en el gobierno. Si se percibe que la abstención obedece a cálculos políticos en lugar de razones de fondo, puede generar un desgaste a largo plazo.

Las ventajas (o no) de abstenerse

A la vista de lo expuesto, parece que existen muchos riesgos al adoptar esta postura, si bien esto no es del todo así, porque la abstención puede evitar asumir un coste político inmediato, una cuestión de alta relevancia en política. Así que parece recomendable cuando un tema es polémico o divisivo, donde abstenerse puede permitir a un partido observar cómo evoluciona el tema antes de definirse.

También puede ser útil cuando no se quiere perturbar a ciertos sectores del electorado o cuando se busca mantener relaciones con distintos actores políticos. En esas circunstancias, facilita la flexibilidad en negociaciones futuras. Al no posicionarse de manera firme, un partido puede dejar abierta la puerta para modificar su postura si las circunstancias cambian. Y puede servir como una estrategia para influir en futuras discusiones sin quedar atado a una decisión concreta.

Otra de las ventajas de la abstención es que puede usarse como herramienta de presión, como un mensaje político para que otros partidos reconsideren su posición o busquen consenso. De este modo, sirve para condicionar una negociación, mostrando que un partido no se opone del todo, aunque tampoco da su apoyo sin condiciones.

Por último, la abstención evita fracturas en el partido cuando dentro de una formación política hay discrepancias sobre un tema y abstenerse puede evitar tensiones o divisiones internas. Se diría que es una forma de mantener la unidad sin obligar a los miembros del partido a tomar una postura que podría generar conflictos.

En el caso la declaración de zonas tensionadas, la abstención inicial de Foro y PP pudo ser táctica, pero ahora, al votar en contra, ha generado dudas sobre su coherencia, de ahí que ahora traten de salir del problema.

Reconstruir el relato para recuperar credibilidad

Su reto ahora es justificar este giro de manera convincente, ya sea argumentando un cambio de contexto, diferenciando la abstención de un apoyo real, trasladando la responsabilidad a otros actores o proponiendo una alternativa viable. La clave estará en cómo comuniquen su mensaje y en si logran evitar que esta decisión dañe su credibilidad a largo plazo.

Pueden sostener que han cambiado las circunstancias, explicando que su voto en contra responde a nueva información o a un análisis más detallado que no tenían en el momento de la abstención. Un ejemplo sería afirmar que ahora tienen más información y han reconsiderado su posición. Inicialmente optaron por la abstención porque querían evaluar mejor el impacto de esta medida, pero con más datos en la mano, han decidido que no es la mejor opción para Gijón.

Otra vía es diferenciar la abstención de la aprobación para desactivar las acusaciones de incoherencia, recordando que abstenerse no equivale a apoyar la medida. Podrían explicar que la abstención no significó un respaldo a la propuesta, sino un acto de responsabilidad para que se discutiera en profundidad.

También pueden desplazar parte de la responsabilidad a otros actores, como ya se ha hecho. Martínez Salvador argumentó que el informe previo del Principado no era suficiente por ausencia de datos y de la memoria justificativa.

Finalmente, cabría reformular la postura con una propuesta alternativa que suavice el cambio de posición, evitando recurrir a la declaración de zonas tensionadas y mostrando que no se trata simplemente de rechazar la medida, sino de ofrecer otra solución viable.

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Sobre el autor

Soy sociólogo y me considero una persona dinámica, a la que le gustan los retos personales y profesionales. Esa inquietud se refleja también en mi compromiso con la sociedad, civil, ayudando a organizar actividades como foros y congresos como miembro de la Asociación Asturiana de Sociología y de la Junta de Gobierno del Colegio de CCPP y Sociología del Principado de Asturias. Escribo cuando puedo en este blog y participo con cierta asiduidad como colaborador de medios locales, principalmente en prensa escrita y radio.


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