Aunque pueda parecer insignificante en términos de superficie, la franja de Naval Azul es una pieza estratégica en la regeneración del litoral urbano de Gijón: conecta dos zonas clave del paseo marítimo y tiene un alto valor simbólico y práctico. En política urbana, no se trata solo del tamaño de un terreno, sino de lo que representa: visibilidad, capacidad de decisión, y crédito público por haber impulsado una mejora para la ciudad. En resumen, quién urbaniza ese espacio puede presentarse como “quien recuperó la fachada marítima para la ciudadanía”. Y eso, de cara a unas elecciones, vale mucho más que los metros cuadrados.
En política hacer no es suficiente: además, hay que poder contarlo. En el juego político, la autoría es esencial. Que se te atribuya una obra pública, una reforma, un nuevo servicio, puede reforzar tu perfil de gestor eficaz o de defensor del bien común. Y al revés: si te ven como un actor que obstruye o ralentiza proyectos, puedes pagarlo en términos de credibilidad y apoyo electoral. En este caso concreto, la disputa no es solo jurídica o técnica: es una lucha por la legitimidad de la gestión urbana, por quién capitaliza el rédito político del proyecto Naval Azul.
Foto: El Comercio
Hasta donde yo sé, parece que el PSOE sostiene que no se ha formalizado jurídicamente una cesión gratuita de los terrenos de la franja al Ayuntamiento. Es decir, aunque en los pliegos de venta del suelo (cuando la Autoridad Portuaria vendió los terrenos a la empresa promotora de Naval Azul) aparece recogida la intención de ceder esa franja para uso público, según el PSOE, no existe aún una escritura notarial ni un acuerdo firme del Consejo de Administración de la Autoridad Portuaria que haga legalmente efectiva esa cesión.
Desde su punto de vista, la cesión es condicional y no definitiva, es decir, que podría depender de trámites pendientes o de interpretaciones jurídicas. La cesión tampoco figura registrada como tal en el Registro de la Propiedad a favor del Ayuntamiento. No quieren asumir como “hecho consumado” una cesión que jurídicamente puede no estar cerrada, lo que implicaría, por ejemplo, que el Ayuntamiento asumiese obras o mantenimiento sin base legal firme.
En resumen, el PSOE no niega la intención de ceder, sino que cuestiona que exista un acto jurídico vinculante que confirme esa cesión ya ejecutada. Esa postura es muy importante porque si se demostrara que sí existió una cesión formal y el PSOE ha dicho lo contrario durante semanas, el coste político sería doble. Por una parte, pérdida de credibilidad, pues parecería que obstaculizaron un proyecto de ciudad por motivos partidistas. Y, lo que es peor,en términos de partido, daño a su imagen como garante de la legalidad. Su argumento principal se desactivaría, y podrían pasar a ser vistos como quienes bloquean el interés general.
Ganar la batalla ante la opinión pública
Las malas lenguas dicen también que el equipo de gobierno del Ayuntamiento podría tener documentos a favor y no hacerlos públicos. Ahí entramos en el terreno de la estrategia política. Hay varias hipótesis: una, que estén esperando el momento más oportuno para hacerlos públicos, en función de los tiempos políticos o judiciales. Otra, que se trate de mantener cierta tensión negociadora con otras administraciones, como la Autoridad Portuaria o el Gobierno central. También puede influir la prudencia jurídica: mostrar un documento sin tener aún todos los trámites cerrados podría debilitar su posición en un conflicto legal. Pero claro, eso tiene su contrapartida: cuanto más se alarga el silencio, más se alimenta la sospecha. Y el relato mediático puede volverse en su contra.
En esa batalla de imagen, el equipo de gobierno puede reforzar su imagen de “gestores que desbloquean proyectos”, como ya han hecho con otras iniciativas. Si consiguen mostrar que la franja es parte de Naval Azul y que lo están sacando adelante pese a los obstáculos, se posicionan como impulsores de la ciudad. El PSOE, por su parte, puede presentarse como el garante de la legalidad y del buen uso de los bienes públicos, especialmente si logra sembrar dudas sobre la transparencia del proceso. Pero tiene que tener cuidado: si se les percibe como quienes frenan un proyecto urbano ambicioso, eso puede costar votos, sobre todo en una ciudad que espera avances tras años de bloqueo. Y la Autoridad Portuaria, si se ve presionada, puede tratar de mostrarse neutral, técnica y al margen del ruido político.
Vistas las posiciones, ¿podría decirse que la batalla electoral ya está en marcha?
Absolutamente. Como he comentado en otras ocasiones, la maquinaria electoral nunca para y la munición está siempre preparada. Aunque las elecciones municipales estén aún lejos en el calendario, el clima preelectoral se activa mucho antes cuando hay temas sensibles, y este lo es. Todo lo que ocurre en torno a Naval Azul tiene un fuerte contenido simbólico: habla del modelo de ciudad, de la relación con el mar, del empleo, del uso de espacios públicos… y todo eso toca fibras emocionales y políticas profundas en Gijón. Además, al haberse polarizado entre Foro y PSOE, con el PP más cerca del primero, el terreno está abonado para una narrativa de confrontación. La batalla electoral ya ha comenzado, y esta franja es una de las primeras trincheras.
Adelantar los planes de adecuación de los terrenos y abrir al público cuanto antes el nuevo espacio es un movimiento político inteligente desde el punto de vista estratégico. Foro ha entendido que, más allá de la disputa legal sobre la franja, la ciudadanía quiere ver avances concretos, no papeles ni excusas. Al comenzar ya con las obras en los terrenos que están bajo su control, lanzan un mensaje claro: “nosotros no discutimos, actuamos”.
Es una forma de tomar la iniciativa, de colocarse como fuerza de acción frente a la inacción o la burocracia. Además, cambia el marco del debate: ya no se habla solo de quién tiene razón sobre la franja, sino de quién está realmente mejorando la ciudad. Y en política, muchas veces, quien muestra hechos visibles gana el relato.
También hay un componente electoral claro: si logran abrir al público parte de Naval Azul antes de las elecciones, aunque sea parcial, la imagen de una transformación en marcha puede pesar mucho más que cualquier informe técnico. Así que sí, es un movimiento políticamente muy inteligente.