Algunos lectores me animan a incrementar mis aportaciones para tratar de buscar soluciones a algunos de los problemas que denuncio desde este blog. Les gustan más las entradas que tienen un enfoque constructivista que aquellas que se inclinan por el realista. Así que, para complacerles, voy a retomar un post antiguo del que me comprometí a hacer una segunda parte. Los más fieles recordarán que en una entrada anterior hablaba de políticas activas y empleabilidad basándome en una intervención mía en un foro local sobre formación y empleo. En aquella ocasión, me centré en la parte dedicada al empleo y quedé en hablar sobre formación más adelante. Hoy voy a saldar esa deuda.
Ofreceré algunos datos que considero relevantes sobre formación en Asturias, en este caso comparándola con sus pares, las restantes CCAA y principalmente con las más industrializadas y las que mejor están trabajando en materia de Formación Profesional (FP) y Formación para el Empleo (FPE), sin perder de vista nuestra posición relativa, con respecto a ellas y al resto de países de la UE que, por si había alguna duda, estamos viendo, cómo es un actor cada vez más importante.
Resulta una obviedad decir que tanto la FPE como la FP son sistemas que capacitan para el desempeño de las actividades profesionales y permiten adaptarse a las exigencias del mercado laboral. Pero conviene recordarlo porque ambas están íntimamente conectadas con el “Conjunto de empleos cuyas tareas presentan una gran similitud”, es decir, lo que la OIT entiende por Ocupación.
Si nos fijamos en el gráfico anterior, observamos que Asturias ocupa una buena posición en Educación Terciaria, por encima de la media española y europea, e incluso de países como Alemania. Aunque lejos de los países nórdicos y de algunas CCAA como el País Vasco, Madrid o Navarra, no parece que el problema formativo venga por aquí. Más bien diríamos que se encuentra en ese 46% (en Europa la media está en el 27%) de la población que no consigue superar la educación obligatoria y que no puede continuar estudiando. Y sobre todo en la educación más directamente conectada con la empresa, como es la educación secundaria postobligatoria (Asturias 21% vs. Europa 47%). Es decir, que mientras en Europa la cualificación del sistema productivo sienta sus bases sobre las cualificaciones intermedias, en Asturias (y en España) lo hacemos sobre una combinación de cualificaciones bajas (e insuficientes) y superiores (y desconectadas). Solo por poner el ejemplo del espejo en el que últimamente nos miramos, Alemania con solo un 26% de su población ocupada con cualificación superior mantiene una de las primeras economías de Europa gracias al 60% de una población con sólidas cualificaciones intermedias. Esto es, eficiencia y productividad de su sistema productivo y de formación.
Y si nos fijamos en este otro gráfico, la FP no parece, tampoco, el problema de Asturias, al menos en términos nacionales. Con un 15% de población ocupada con estudios de FP de Grado Superior se encuentra por encima de la media española y de las regiones más industrializadas de España, si exceptuamos el País Vasco y Navarra, el espejo en el que nos miramos de puertas para adentro. Con unos grandes índices de inserción, además. Superiores en Asturias al 70% hasta la llegada de la crisis, y de más del 50% durante ésta, y no por falta de empleabilidad de los egresados, sino por la escasa demanda de las empresas. Nos olvidaremos por el momento de la FP Dual, una reforma que merece un post completo.
Y aunque también pertenezca a un ámbito más próximo a la educación que al del empleo, no podemos dejar de mencionar el abandono temprano. En este capítulo Asturias tampoco está tan mal, hablando siempre en términos comparativos nacionales. Porque desde luego un 22% de abandono temprano es inasumible y sería inaceptable en muchos de los países de nuestro entorno europeo.
En cuanto al aprendizaje continuo, el otro gran lastre de la formación para Asturias, los datos no solo nos colocan por debajo de la media europea, española y de las principales regiones industrializadas, sino en el furgón de cola de la UE-27. La estrategia Europa 2020 sitúa el listón en el 15% y el 12,5% al que nos comprometimos para 2010, como muestra el gráfico, no se alcanzó. Curiosamente también encontramos en las últimas posiciones a Alemania, pero es éste un país que cuenta, como hemos visto antes, con una sólida formación intermedia que necesita de menores reciclajes profesionales.
Así que, a la vista de lo expuesto, diríamos que podríamos identificar algunos problemas en el bajo nivel de cualificaciones secundarias postobligatorias y no universitarias, en una formación continua de alcance limitado y en la inadecuada relación entre formación y necesidades de la empresa. Aunque, con ser importantes, estos problemas no lo son todo. Contamos con otros que debemos abordar cuanto antes como un capital humano tradicional, un sistema de cualificaciones y reconocimiento de competencias que cuenta con limitaciones normativas o la falta de coordinación entre los sistemas educación profesional y FPE. Estas dificultades no están cuantificadas en este post pero han sido identificadas por muchos de los actores intervinientes en la puesta en marcha e implementación de ambos sistemas de formación. En los últimos meses, en el marco de un proyecto del Plan Nacional sobre FP e Innovación en el que actualmente trabajo, he tenido la oportunidad de entrevistarme con responsables de organizaciones sindicales, representantes de empresas, formadores, responsables del servicio de empleo y directores de centros de FP que me han dado su visión de la formación en Asturias.
Parece existir un acuerdo generalizado en que no necesitamos una expansión indiscriminada de la formación, pues tenemos unos niveles de cualificación superior cercanos a su límite de saturación, sino de un mejor ajuste entre niveles y entre éstos y el mercado laboral. Hablamos de la mejora de los programas de FPE, pero sobre todo de crear un VERDADERO MODELO, con complementariedades entre educación, formación e innovación y una mejor coordinación entre el nivel nacional y el regional.
Pero, cuidado, la formación, con ser muy importante, tampoco lo es todo. Habría que adoptar cambios también en aspectos sociales, institucionales y culturales fundamentales en las relaciones de cooperación entre sistemas, sin olvidarnos de la necesidad de flexibilizar el modelo jerárquico organizativo de las empresas asturianas. Las claves, al margen de las mejoras formativas, pasarían por introducir cambios en el sistema productivo y en el funcionamiento institucional. Así que os prometo retomar esto en otro post.