El Presidente del Gobierno no variará el rumbo de su política económica, pues la considera adecuada, si bien “no se están produciendo efectos en la vida real”. Supongo que, en realidad, nunca quiso decir vida real sino economía u otros de los eufemismos habitualmente utilizados en el nuevo lenguaje burocrático que imponen las instituciones europeas. Pero dijo lo que dijo, lo cual, por otra parte, casi siempre es esto y lo contrario. O no. El caso es que la clase política de nuestro país sigue demostrándonos que vive, trabaja y aplica medidas que producen sus efectos, aunque solo sean “brotes verdes” en una realidad paralela. Tarde, pero por fin, han reconocido lo que los ciudadanos sospechábamos hace tiempo.
Como el señor Rajoy parece no tener muy presente lo que ocurre en la vida real, apenas unas horas más tarde de pronunciar ésta, una más de sus frases lapidarias, aparecía el I Informe sobre la Desigualdad en España, para recordárselo: la crisis ha aumentado en España el número de “trabajadores pobres”, cuyo índice se incrementó entre 2007 y 2010 desde el 10,8% al 12,7%. Sí, ya sé que entonces no estaba Rajoy sino Zapatero, quizás entonces pensando ya en la supervisión de nubes y en no contrariar demasiado a los “mandarines” europeos antes de su retiro dorado. Y sólo a él hay que atribuirle plenamente el dudoso mérito de las cifras. Pero según el último del INE (febrero 2013), “la remuneración de los asalariados, principal recurso de los hogares, presenta un descenso del 8,5% frente al del 5,5% del trimestre anterior”. El conjunto de remuneraciones no había caído tanto en los últimos cuarenta años, así que el gobierno del PP está realizando una gran labor continuista. La reforma laboral, la recesión y los recortes (la tan temida triple R) van cumpliendo al pie de la letra uno de los objetivos que se habían marcado Gobierno y Comisión Europea, lograr la mejora de la competitividad vía contención de los salarios. Devaluación interna en neolengua. Una estrategia en la que el esfuerzo no parece estar equilibradamente repartido, si tenemos en cuenta que las rentas empresariales crecieron entre 2011 y 2012 hasta situarse por encima de las salariales, mientras se aceleraba la destrucción de empleo en 2012.
Y en el informe Observatorio Social de España sobre el impacto de la crisis en las familias y en la infancia, después publicado como libro por Vicenç Navarro, se pone de manifiesto que el crecimiento del riesgo de pobreza no solo es consecuencia de la crisis sino también de la forma en que se está respondiendo a ella en España. En este informe, los profesores Sebastiá Sarasa y Francesca Luppi muestran los contrastes entre las medidas adoptadas en Alemania, hoy siempre puesta como ejemplo para España. A diferencia de nuestro país, que ha optado por una estrategia de desregulación del mercado laboral que ha incrementado el número de despidos (flexibilidad externa), en el país centroeuropeo las reformas del mercado laboral se han centraron en el reparto del tiempo de trabajo (flexibilidad interna). Pueden ser discutibles algunas de las medidas adoptadas en Alemania, como los “minijobs” , de los que quizás hable en otro post, pero la realidad es que hoy en Alemania el desempleo apenas supera el 5% y en España vamos camino del 27%.
Todo ello nos ha llevado a una vida real en la que la desigualdad, como vemos más abajo en la tabla, era de las más altas de la UE en 2011 (últimos datos publicados por Eurostat), solo superada por Letonia, Bulgaria y Portugal, pues para Irlanda no existen datos todavía. Mayor, sí, que la de Grecia, y la primera en la eurozona. ¿Explicaciones? El paro, claro, pero también en gran medida el peso que tienen sobre el total los empleos de salarios bajos, que solo existen en realidades paralelas a las que habitan nuestros políticos.