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Angel Alonso

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Eurovegas, normas y legitimidad moral

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En una  época del año en la que el calor invita ya más a las vacaciones, asistimos a una infrecuente actividad política. Debe ser porque en esta ocasión el trabajo no está reñido con el ocio. Tampoco se trata de trabajar “a pico y pala”, sino de ejercer de improvisado guía turístico. Coches de lujo, visitas privadas a una de las pinacotecas más importantes del mundo, comida y cena. Una jornada agotadora, entre el Kosher y la Degel Israel.

“Los valores y las normas actúan como mediadores entre las estructuras sociales. Hacen que sea posible el intercambio social indirecto y rigen los procesos de integración social.” Esto es lo que Peter Blau escribía en Exchange and Power in Social Life, sobre el consenso valorativo.

Pero algunos de los invitados a los fastos parece que andan escasos de valores y  sus fortunas proceden de  la explotación de negocios que eufemísticamente se han denominado  de “vida nocturna”. Estoy seguro de que tan insignes visitantes han leído a Blau y conocen también que los valores particularistas  pueden convertirse en medios para la integración y la solidaridad, una forma de cohesionar el grupo en torno a cuestiones como el patriotismo, y por eso financian con decenas de millones a las Super PAC republicanas. Bien pensado, quizás no sean estos los valores que les mueven. No son precisamente los conservadores americanos los que apoyan propuestas fiscales que incrementen  los impuestos de actividades que generan sus beneficios en el extranjero, donde rigen tipos reducidos o inexistentes.

El proyecto que ha motivado que recibamos a los americanos con alegría se basa en la construcción de miles de plazas hoteleras, restaurantes de lujo, comercios, spas… y por supuesto, casinos. ¿Es este el nuevo modelo productivo que nos espera (y nos habían prometido)? No, pero no importa, va a crear 260.000 puestos de trabajo, dicen.

La cuestión es que los empresarios españoles no las tienen todas consigo y no quieren invertir en este negocio. Parece que el proyecto no es muy sólido y el turismo español es diferente al de Las Vegas. Aquí los parques temáticos han resbalado por  el tobogán hacia la ruina. Así que el problema principal es que los americanos no tienen dinero,  o al menos no todo el que necesitan. Como mucho aportarán el 35 por ciento de la inversión de la primera fase del proyecto. El resto (aproximadamente la cuarta parte del dinero recientemente solicitado a Europa) correrá a cargo del rescatado o rescatable sector bancario español. Y lo peor es que el resultado de las negociaciones con estas entidades “ha sido mejor del que esperábamos”, eso sí, “dadas las circunstancias”.

Tampoco parece que los convidados tengan mucho gusto por las normas. Una vez solucionado el problema de la financiación, una bagatela si nuestra clase política se pone a ello, han escrito la siguiente carta a los Reyes Magos: edificabilidad sin restricciones en los terrenos que elijan, exención de impuestos y de cuotas a la seguridad social y  la eliminación de cualquier traba en el mercado de trabajo y para el movimiento de capitales.  Y lo más importante, acabar con esa extraña costumbre española de no poder fumar en los locales cerrados.

A todo esto ¿que dicen los anfitriones? Pues de momento que sí a todo y que si se portan bien e invierten, les concederán todo aquello que nos niegan a los españoles porque incrementa el gasto público: inversión en las infraestructuras y suministros que necesiten. Sorprendente, pues tanto anfitriones como invitados son abanderados de un mal entendido liberalismo que defiende el adelgazamiento del Estado y considera perversa la intervención en la sociedad y en el mercado.

Escribía James Coleman en Foundations of Social Theory que  las personas consienten cierto control sobre su conducta cuando pueden, a cambio, ejercer  algún control mediante las normas sobre la conducta de otros. Y también que en determinadas circunstancias las normas actúan en beneficio de ciertas personas y en perjuicio de otras. Sin consenso y sin legitimidad moral,  las normas pierden toda su eficacia.

Sobre el autor

Soy sociólogo y me considero una persona dinámica, a la que le gustan los retos personales y profesionales. Esa inquietud se refleja también en mi compromiso con la sociedad, civil, ayudando a organizar actividades como foros y congresos como miembro de la Asociación Asturiana de Sociología y de la Junta de Gobierno del Colegio de CCPP y Sociología del Principado de Asturias. Escribo cuando puedo en este blog y participo con cierta asiduidad como colaborador de medios locales, principalmente en prensa escrita y radio.


junio 2012
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