George Simmel, cofundador de la sociología formal y uno de los teóricos más prolíficos y brillantes ya abordó este asunto de las “parejas de tres” hace más de un siglo: una tríada implica tres relaciones y cada una de ellas une a las personas dos a dos. Este carácter le da a la tríada, supuestamente, una mayor estabilidad que una díada porque, si surgen problemas en cualquiera de las relaciones, la tercera persona puede mediar para buscar el equilibrio grupal. Esta dinámica resulta clave para comprender las razones por las que los miembros de una díada recurren, en ocasiones, una tercera persona cuando surgen tensiones.
Fotografía: George Simmel colored by rashiddo on DeviantArt
Sin embargo, en política, parece que se confirma el viejo dicho “dos son compañía y tres son una multitud”, pues dos de las tres personas implicadas pueden formar coaliciones, presionando para imponer sus intereses sobre los del tercero. Y esto es algo que, con frecuencia, ha ocurrido en la política española allí donde hay gobiernos de este tipo. En el caso del gobierno local de Gijón, es cierto que la fortaleza que les otorgan los resultados (8, 5 y 2 concejalías) no es la misma, pero en términos prácticos, un voto puede hacer caer cualquier iniciativa, por lo que hay que hilar muy fino para mantener acuerdos estables durante cuatro años cuando los programas difieren sustancialmente. Y no podemos olvidar que Foro tiene muchos votos “prestados” de votantes social demócratas, de centro o centro-izquierda y que se han convertido el último bastión, por no decir el único, del partido en Asturias, por lo que un resbalón en Gijón les puede abocar a la desaparición.
Tensar la cuerda como estrategia habitual
Cuanto más se alargan las negociaciones y más se llevan al límite, más capacidad tienes para que se acepten tus propuestas, por más alejadas que estén del ideario del otro partido con el que negocias o por más que te hayan negado la legitimidad anteriormente. Esta fortaleza en la negociación viene más determinada por esa importancia de tu voto para decantar la investidura que por las políticas que presentes. Ya vemos que se han aceptado ideas que supuestamente marcaban líneas rojas, como igualdad.
En cuestión de pactos ya estamos curados de espanto y no nos sorprende ninguna alianza ni parece inesperado cualquier giro sobre el guion previsto. Por más que se negara, la ciudadanía tenía muy presente cuando acudió a las urnas que existía la posibilidad de que en Gijón se formara un tripartito con Vox. Foro ha intentado evitarlo, pero la aritmética es la que es, y no solo para la investidura. Ahora tendrá que hacer equilibrios con los intereses de ese electorado heterogéneo que tiene y algunas políticas que le van a imponer, si quiere tener estabilidad en una legislatura que, seguramente, se le va a hacer larga y en la que no podrá sacar adelante algunas iniciativas. Foro está en un escenario con el que no se siente nada cómodo, al contrario que Vox y el PP, que pueden aprovecharlo de cara a futuras elecciones.
¿Ultras o populistas radicales?
El concepto “ultra” existe en ciencia política, aunque no suele utilizarse habitualmente, porque entre los partidos que podíamos considerar así existen diferencias significativas. Quizás sea más correcto hablar de izquierda o derecha radical populista. Sociólogos y politólogos solemos hablar de clivajes o fracturas como factores que explican el número y diversidad de los partidos presentes en una determinada sociedad. Esta división causaría, por ejemplo, la formación de partidos de izquierda y derecha a partir de un conflicto entre “élite-masa” que sería la divisoria o fractura clave, a partir de la cual se generarían todas las demás. Tomando como referencia el Parlamento Europeo, encontramos que hay un total de 705 eurodiputados, agrupados en siete familias Dentro de estas, dos de ellas agrupan a partidos políticos que secundan ideologías radicales de derechas y una tercera al grupo de No Inscritos, entre los que se encuentran populistas de izquierdas, derechas e independientes.
El populismo que ha surgido en Europa de la mano de la derecha radical se perfila en base a comparten estrategias políticas xenófobas, nacionalistas y de rechazo de la “clase política” del establishment. Pero a partir de ahí tenemos muchas diferencias. Algunos tienen una fuerte tradición anti europeísta, como UKIP (Partido de la Independencia de Reino Unido). En otros, subyace la querencia hacia regímenes totalitarios y el discurso contra la población inmigrante como La Liga, Fidesz o Frente Nacional. Una de estas familias es Identidad y Democracia, que integra a los partidos de Marine Le Pen y Salvini entre otros y presenta ciertas diferencias sobre el alcance de la regulación y el proteccionismo, aunque todos comparten una clara restricción nativista.
También encontramos a los Conservadores y Reformistas Europeos (CRE) que integran a partidos reaccionarios como el PiS polaco, Hermanos de Italia o Vox, y que coinciden en valores súper tradicionalistas de nación, religión y orden, pero se oponen rotundamente a una eventual federalización europea como defiende Identidad y Democracia. Este grupo de formaciones estaría más cerca de lo que se denomina la Alt-Right (derecha alternativa) un movimiento de extrema derecha, heterogéneo y reciente, y con un peso importante en Estados Unidos, basado en ideologías como el nacionalismo, el tradicionalismo cristiano y el populismo, y posturas racistas y homófobas, características de la extrema derecha tradicional. Forza Italia tiene un discurso populista conservador liberal y proyectó una imagen carismática de líder viril con Silvio Berlusconi. Y más recientemente Georgia Meloni, la líder del partido Hermanos de Italia ha mantenido un discurso fuerte, muy tradicionalista, contra la inmigración y contra los derechos de las mujeres. De ahí su lema, “Dios, patria y familia”, pero ahora son un partido al que, a menudo, se denomina de “ultraderecha moderno”, más parecido al FN de Le Pen, Vox o Fidesz, con los que comparte la lucha contra la inmigración ilegal, la promoción de una identidad nacional y políticas de apoyo a la natalidad. No obstante, Viktor Orbán, líder de Fidesz y presidente de Hungría, podría ser considerado un caso aparte. Es un teórico al que le gusta esgrimir una ideología alternativa a las lecciones liberales que imparten desde Bruselas, defendiendo el iliberalismo. Para Orbán, el principal defecto que tiene el liberalismo es la apertura de fronteras que proporciona la UE, de ahí que se defina a sí mismo como el defensor de Hungría y Europa ante los inmigrantes musulmanes.
El “pacto de la vergüenza”
Después de esta distinción conceptual, volvamos al ámbito local y al tema que nos ocupa. En términos prácticos, aunque finalmente se haya conformado un tripartito, los incumplimientos y errores se le van a apuntar fundamentalmente a Foro, que es quien ostenta la alcaldía. Sobre este partido va a recaer el peso de la legislatura y el desgaste de una acción política que, por momentos, no va a gustar a una parte importante de sus votantes, sobre todo de quienes “prestaron” sus votos a la formación como voto de castigo al PSOE local, después de una legislatura ciertamente turbulenta. El PP va a tratar de poner el foco en la alcaldesa y los foristas, cuando las circunstancias no le sean favorables y cuando la oposición trate de pasar factura al tripartito que, sin duda lo hará. Y quien se posiciona mejor es Vox, que ha conseguido una concejalía en principio poco relevante, pero que le va a permitir tener un altavoz muy bueno para poner en práctica algunas de sus propuestas programáticas y, lo que es más importante, influir en la sombra sobre asuntos más importantes como igualdad o educación, que son políticas mucho más sensibles y su principal objetivo. No es de extrañar que Carmen Moriyón haya iniciado sus visitas, ya como alcaldesa electa, por la Oficina de Igualdad, seguramente para calmar los ánimos.
Antes de que se conformara el tripartito, ya era claro que la izquierda iba a utilizar los pactos con Vox. De hecho, una de las razones principales del adelanto de las elecciones generales fue tener como argumento estas coaliciones de gobierno para advertir de lo que va a ocurrir en el gobierno de la nación y tratar de movilizar a su electorado. Ya tienen el eslogan del “pacto de la vergüenza” al que van a recurrir cuando haya alguna medida polémica a lo largo de toda la próxima legislatura. Pero no es nada que no haya utilizado ya la derecha, que ha hablado, cuando tocaba y cuando no, del gobierno social comunista, de los pactos con los Bildu etarras o del gobierno Frankenstein. Son eslóganes que calan muy bien en el electorado, tengan una base real o no, de ahí que se utilice mucho por los directores de la campaña electoral y política. Recordemos que ya hablamos en este blog de que esta última prácticamente no acaba nunca.
Veremos hasta dónde cala, porque con los acuerdos en Andalucía y, sobre todo, con la entrada de Vox en el gobierno de Castilla y León se rompieron muchos tabúes y, en cierta medida, se ha naturalizado la entrada de la derecha radical populista en las instituciones, como estamos viendo en los acuerdos de gobierno en Comunidades Autónomas y gobiernos locales, de la misma forma que antes se hizo con la coalición de gobierno entre el PSOE y la izquierda radical populista, con apoyos de independentistas y nacionalistas. Y esto último no es algo nuevo, aunque se presente ahora como una novedad. No olvidemos la importancia que históricamente ha tenido la presencia del PNV o de Convergencia para sostener gobiernos de la nación, por más que se hayan presentado como formaciones más moderadas.
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