Que hay muchas personas en el partido socialista y votantes de él que no están de acuerdo con la amnistía es una realidad que la dirección del partido conoce. Por eso, el argumentario no ha sido claro desde el principio y se han producido virajes bruscos desde la retórica del no cabe la amnistía ni la autodeterminación de la campaña electoral (y antes) al perdón y la puerta abierta a la unilateralidad. Eso ha obligado también a cambios constantes en el discurso: de, por la convivencia, a reconocer que se hace porque se necesitan siete votos para “frenar la radicalidad de la derecha”.
Algunas agrupaciones locales han mostrado su malestar y han dejado claro por qué están en contra de lo que han llegado a llamar “una encrucijada de principios y práctica política” y han exigido a la dirección del partido “abrir un canal de diálogo más amplio y debate que acoja todas las perspectivas”, pero teniendo en cuenta que la igualdad ante la ley es un pilar insustituible y que “la ley propuesta se desvía del ideal progresista”, por lo que hay que impedir lo que consideran chantajes de grupos independentistas.
En el plano nacional, los diputados del PSOE saben que rebelarse significaría el final de sus carreras políticas, de ahí que pocos se hayan atrevido a alzar la voz y el rechazo público; y quiénes sí, no se han dado el paso y traducido ese voto negativo en la investidura. Sin embargo, las agrupaciones locales tienen más margen de movimiento, pero, para ello, tienen que demostrar que no son meros comparsas, lo que en lenguaje coloquial se conoce como palmeros.
Las declaraciones de Barbón mostrando independencia y prometiendo dar batalla para defender los intereses legítimos de la ciudadanía asturiana de posibles agravios que genere esta Ley van por ese camino, aunque no deben quedarse en intenciones, sino que deben llevarse a la práctica cuando toque. La reacción del PSOE local ha sido mucho más tibia. Desde mi punto de vista esto es un error. Deberían definir su postura, marcar distancias en un asunto que incomoda mucho a buena parte de la ciudadanía, que lo ve como una afrenta. El gobierno regional y el PSOE local, con sus líderes al frente, tienen la oportunidad, como apunté en otra entrada cuando hablamos de sucesos imprevistos, de dar a conocer mucho mejor su verdadero carácter político cuando tiene que reaccionar ante algo de esta envergadura. De la capacidad para hacerlo y de la forma en que se responda a un suceso como este dependerá la imagen que se tenga de la capacidad de defensa de los intereses de la ciudadanía y de la personalidad de unos líderes con voz propia, carácter y no se van a conformar con lo que diga Madrid.
Se habla de mejorar la convivencia, pero todos teníamos la sensación de que las aguas bajaban bastante calmadas desde hace tiempo en Cataluña, de que los partidos independentistas cotizaban a la baja, e incluso los sondeos confirmaban esta tendencia. El propio gobierno se jactaba de haber mejorado esa convivencia con un talante más dialogante. La sensación que tenemos ahora en Gijón (y en España) es de que se ha reactivado innecesariamente este asunto, de que el proces y la vía de la unilateralidad vuelve a acaparar la agenda política y, lo que es peor, la posibilidad de que se reactiven nuevos conflictos que parecían superados en el País Vasco y en otros lugares. El propio Sánchez reconoce ya que la legislatura va a estar monopolizada por el modelo territorial. En Gijón y en Asturias nuestras prioridades son otras, lo que la propia portavoz del gobierno llamó “las cosas del comer”. Desde Cataluña de lanzan mensajes interesados de la Cataluña que trabaja frente a la España subsidiada, con datos sobre la aportación de las CCAA al PIB, las balanzas fiscales, pero no se habla de algunos hechos (mucho más difícilmente cuantificables) que desmontan esa idea de España subsidiada. Se olvidan de la protección estatal a la industria textil que se remonta al siglo XIX, con el establecimiento de aranceles que gravaron a otras industrias y empobrecieron a otras regiones, que el plan de estabilización y desarrollo franquista favoreció la concentración de industrias y, desde entonces, la política ha jugado un papel fundamental en el desarrollo de Cataluña como polo industrial, pasando por la inversión estatal en infraestructuras. No podemos olvidarnos de la inexistencia de un corredor ferroviario en el oeste que favorecería el transporte de personas y mercancías con Gijón y su conexión con Europa, por no hablar de las cercanías por las que clama Cataluña. Qué pregunten a los ciudadanos de Gijón y de Asturias, especialmente por FEVE. Los retrasos, las cancelaciones, las averías constantes en la línea Gijón-Laviana, cuyo trayecto tiene una duración similar a la de los trenes a vapor y que puede triplicar con los tiempos de espera la de un vehículo por carretera.
Así que, a mi modo de ver, el PSOE de Gijón debe concentrase en explicar lo que ha hecho bien durante años en la ciudad, en sus logros en el desarrollo económico, en situar a la ciudad como un referente turístico nacional, en la protección social a las personas, en sus proyectos de Gijón como ciudad educadora (actualmente hay un proyecto muy ambicioso en desarrollo, en su fase de finalización, iniciado por su equipo de gobierno), en definitiva en su voluntad de mejorar la vida de las personas que viven y trabajan en Gijón. Creo que se equivocan si, como se hizo en el último pleno, la respuesta es situarse a la defensiva y acusar a otros partidos políticos de alentar la violencia. El PSOE de Gijón debe aprovechar hacer, además, de la necesidad virtud. Actualmente se encuentra en la oposición, no tiene responsabilidades de gobierno y, por tanto, tiene margen para posicionarse en contra de todo aquello que pueda ser lesivo para la ciudadanía de Gijón. Es un buen momento para reorganizarse y explicar a la ciudadanía por qué fue un error, desde su punto de vista, no otorgarles una mayoría suficiente para darles el gobierno y por qué deben introducir la papeleta socialista en las siguientes elecciones. Alinearse con la dirección nacional en este tema no parece una buena estrategia.
Retomo el argumento inicial de que hay muchos socialistas que no están de acuerdo con la amnistía. No obstante, los tiempos juegan a favor en este caso, ya que estamos al comienzo de un nuevo ciclo electoral, con municipales, autonómicas y nacionales ya celebradas. Solo quedarían europeas, tradicionalmente con menor participación y a las que la ciudadanía otorga menos importancia, y las elecciones vascas en el horizonte. Aquí podría reflejarse el rechazo. Otra cosa es que la legislatura se vuelva tormentosa y aquí me remito de nuevo a que el modelo territorial monopolice la legislatura, genere tensiones insoportables y haya que convocar elecciones nacionales en breve. La composición del nuevo gobierno ya refleja esa circunstancia, de ahí su marcado carácter político, de personas de confianza y la reorganización ministerial, agrupando competencias. Ese es otro riesgo que existe en Gijón, con equilibrios también frágiles y la posibilidad de fracaso de la legislatura y adelanto electoral. Parece más improbable, pero el PSOE local debería contemplar ese escenario, por si acaso, y desde mi punto de vista, repito, no lo está haciendo o se está equivocando con su apoyo inquebrantable al gobierno central en este asunto.
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