Desde la atalaya de los 87 años se interpreta mejor el mundo. Y más si quien lo hace es una persona clarividente como Zygmunt Bauman. Tuve la suerte de poder saludarle hace dos años, con motivo de la entrega de los Premios Príncipe de Asturias y entonces, en persona, me produjo la misma impresión que tengo siempre que le leo, la de una persona sencilla, serena y…cercana. Por eso no es de extrañar que haya aceptado acudir como invitado a un territorio que muchos en su lugar considerarían hostil, el festival reggae Rototom.
Hubo quien pensó que Bauman había perdido la cabeza allá por el cambio de siglo cuando comenzó a presagiar la licuación de la modernidad, el amor, la vida, el miedo, los tiempos o el mundo. Pero él solo adelantaba las consecuencias no previstas de la globalización, el consumismo desenfrenado, el avance de la desigualdad y la incapacidad de los poderes políticos para adaptarse a las nuevas circunstancias. Todas esas cuestiones que menciona en una entrevista que publicó El País el 19 de Agosto posiblemente no las conozcan buena parte de las generaciones más jóvenes, a las que el exceso de información ha impedido descubrir a Bauman, del mismo modo que la ausencia de ella preocupaba al sociólogo polaco en su pubescencia.
Pero esa cercanía de la que hablaba antes le permite conectar con la generación del 15-M, con la que dice simpatizar y a la que incluso regaña por pensar que está cambiando el mundo desde Facebook. Aunque los asistentes al foro social del festival, potenciales activistas del movimiento de indignados, no se ofenderán por ello, ni siquiera cuando les advierta de que las revoluciones siguen siendo como las de toda la vida, aunque ahora se intenten cambiar twitts por balas. No se sentirán agraviados porque saben que en el fondo está con ellos, con esa “generación redundante” que tiene más expectativas que futuro y que está poniendo lo mejor de su parte, tratando de buscar soluciones creativas para mejorar el mundo.
Hace años, en una entrevista televisiva, oí decir a Gonzalo Torrente Ballester que cuando los éxitos te llegan de joven te infatúas, pero en la vejez todo es ya a beneficio de inventario. Y eso es lo que transmitió Bauman en el foro del Rototom, el sosiego de una persona que ha cumplido sobradamente sus expectativas profesionales. Por eso puede ahora disfrutar hasta de un festival como el de Benicàssim, repartiendo gratuitamente su sabiduría entre los asistentes, mientras anhela el improbable advenimiento de una sociedad más justa, acaso menos imperfecta, aun a sabiendas de lo poco que él se juega ya en esta contienda. Y por eso me he servido, para titular esta entrada, de la frase de Foucault que Bauman menciona en El País: uno de los grandes problemas de nuestro tiempo es la emergencia del intelectual parcial, el que solo defiende intereses particulares. Palabra de Bauman, uno de los últimos intelectuales totales.