Desde hace dos meses, el Sporting intenta la continuidad de Congo, con unos dirigentes conscientes de que no pueden luchar contra los imponderables que marca el poderoso caballero denominado don dinero. Sin embargo, el proceso lleva una marcha tan inesperada como extraña, tanto por parte del jugador como por su representante en Valencia. El futbolista se mantiene incomunicado y hasta rehusó recibir a Vega-Arango, que estaba dispuesto a ir a Valencia, para concretar las condiciones del nuevo contrato, que está por encima de las posibilidades del club gijonés, con 300.000 euros por temporada. Esta oferta obligará a reducir los contratos de otros jugadores cuando lleguen las renovaciones, pero ese será otro problema que precisará solución en su momento.

Edwin Congo no tiene prisa. En reiteradas ocasiones aplazó la respuesta al Sporting, único club que no se cansó de la parsimonia del colombiano para dilucidar su futuro. Si primero fueron el Elche, Hércules y Nástic, luego se retiró el Tenerife.

También lo tentó el Rayo y, a última hora, el Córdoba se descolgó con una megaoferta ya caducada. Los dirigentes rojiblancos mantienen la paciencia en una situación que no difiere mucho de la de la pasada campaña, cuando el delantero sudamericano apuró hasta el último suspiro, sin haber podido empezar la competición oficial. Ante el Valladolid, en el debut liguero, Congo vio el partido desde el palco. Cuando el agente Torres anunció el pasado miércoles que habría respuesta, a medida que transcurría la jornada, los dirigentes y los miembros del cuadro técnico asumían que ya habían visto la película.
El comportamiento de Congo fue ejemplar durante casi toda la temporada, en la que, si analizamos minuciosamente, marcó once goles, que no son tantos, y su rendimiento fue bueno a ráfagas, aunque con un final excepcional. Tampoco hay que ocultar que el trato que Gijón y el Sporting le dio a Congo fue exquisito.

El jugador colombiano está en su derecho de esperar el tiempo que quiera para decidir su futuro, que es suyo. Pero no parece lógico que le pague al Sporting con la moneda de la incertidumbre, con la que aparenta que quiere apurar al máximo, por si le llega una oferta que le interese más, con el equipo gijonés como opción segura. Tal vez Congo pueda permitirse el lujo de esperar el tiempo que quiera, pero el Sporting no está en la misma situación. Si el colombiano rechaza la oferta gijonesa, Emilio de Dios deberá buscar un sustituto con carácter de urgencia y cada vez con menos margen de tiempo para encontrar el sustituto idóneo, dentro de las posibilidades.

Quien acabó la Liga como figura ya ha perdido parte de su aprecio. En cualquier caso, el problema del Sporting es que hace falta un delantero goleador.