Y creo que nunca mejor dicho, porque el espectáculo ofrecido por el Sporting en el nuevo campo palentino vale más borrarlo del mapa. Ya se sabe que Manuel Preciado afronta los partidos de la pretemporada como si fueran entrenamientos, sin que le importe el resultado. Pero la imagen del equipo fue desoladora y es la que queda hasta el siguiente amistoso.
De momento, el de ayer, lo borramos, porque si hacemos una valoración de los jugadores rojiblancos en este encuentro, la conclusión a la que llegaríamos es que no valen ni los de casa, ni los que llegaron. Las pruebas de verdad se verán la próxima semana. Por cierto, se sigue esperando que Marcelino decida la fecha en la que su actual equipo, el Racing, jugará en El Molinón el Trofeo Villa de Gijón. No sé si el retraso se debe a que las relaciones entre técnicos de los clubes no son las más cordiales o a tal vez a que Marcelino se haya convertido en el señor García Toral. Esta tardanza no parece seria, pero como no hay otro rival, en el Sporting se comulga con las piedras de molino que hagan falta. Es igual que la oferta a Congo. Seguirá hasta que no haya otra solución. Pasa por ser pobres.