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Manuel Rosety

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Historia de una noche de verano

Anoche antes de los fuegos del Muro, unos amigos me presentaron a un matrimonio de Oviedo que, como todos los años, tiene la costumbre de pasar los meses de julio y agosto en su piso de Gijón. Es una pareja veterana y aficionada al fútbol. Me comentaron que este año van a hacerse socios del Sporting, pese a su condición de oviedistas. No por sacar loos recibos del Sporting van a perder su condición de seguidores del Oviedo. Son amantes del fútbol que ni entienden ni comulgan con lo que están haciendo en la capital, según dicen. Huyen de entrenadores mediáticos o de técnicos de retórica fácil, como denominan a Lobo Carrasco y a mi amigo Ismael Díaz Galán.

Han visto algunos partidos de la pretemporada del Sporting y auguran que El Molinón va a divertirse este año. Prefieren ser partícipes de un fútbol de más nivel. Por eso pasarán en estos días a visitar a Carlos Barcia por la oficina de El Molinón para tener sus dos abonos antes de la llegada a Gijón del Poli Ejido de Gerardo y Juan.

El citado matrimonio no olvida los sarcasmos de la rivalidad que sufrieron en otra época, en la que también fueron socios del club gijonés, si bien en aquella ocasión seguían vinculados a su Real Oviedo como ejercientes de grada. No como ahora. Me recordaron el eslogan que iban a utilizar las agencias de viajes de Gijón para publicitar sus productos: “Conozca Europa con el Sporting y Asturias con el Oviedo”. O las pegatinas que llevaban los coches gijoneses: “Con el Sporting a Turín y con el Oviedo, a Turón”. Así se lleva una rivalidad bien entendida.

Tengo que confesarles que en una ocasión, cuando era niño, allá por la temporada 1962-1963, cuando el Oviedo tenía a Paquito, Sánchez Lage y José María, entre otros, me llevaron al desaparecido Tartiere. Recuerdo que era una tarde de nieve y tuvieron que pintar de rojo las líneas del campo. El Oviedo ganó por goleada. Es posible que hubiera mucha diferencia de fútbol entre categorías, pero yo lo pasaba mejor en El Molinón, donde veía cada domingo a los Alonso, Puente, Eraña, Solabarrieta y Amengual. Una cosa es ver mejor fútbol y otra, sentirlo, aunque en esta época hacer un simil entre Diego Castro y Cervero, por poner un par de ejemplo, suena a sacrilegio. De todas formas, bienvenidos sean todos los que quieran contribuir con su presencia al que esperamos sea un año ilusionante.

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El universo rojiblanco tal y como lo vive su principal cronista


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