En los últimos días se elevó a la máxima potencia el poder del Sporting y la movida que origina el sportinguismo. El esperado ascenso a Primera provocó que todas las ilusiones encorsetadas durante los diez años de Segunda, más los dos anteriores de tumbos por Primera, mostraran una explosión de júbilo.

Las celebraciones, bien merecidas, siguen, pero, paralelamente, las cabezas pensantes siguen sus planes de trabajo. El consejo de administración y su cuadro técnico no paran. Se va Roberto y viene Cuéllar. Hay una planificación con varias alternativas para elegir, según el precio del mercado. Se busca una plantilla compensada y con garantías para la permanencia en Primera. Ese es el objetivo primordial.

Pero, si deportivamente hay un plan de trabajo en ejecución, la gran incógnita es qué pasará con El Molinón. El campo no está presentable y tiene unas zonas en las que, por mucho que digan los señores concejales, no hay seguridad, aunque esta aseveración era algo que quería llevar en secreto, para no sembrar alarmas.

Lo ideal es un campo nuevo. ¿Que no hay dinero? Me gustaría saber cómo se las ingenian en otros ayuntamientos que tampoco lo tienen, pero que miran por la repercusión de sus equipos representativos. No lo hacen sólo el día del ascenso o de la celebración posterior.

Mantener un campo con una cabida de menos de 24.000 asientos es inviable. Y no se olviden que, por convenio, hay que dar en todos los partidos un número determinado de entradas al Ayuntamiento y al Principado. O sea, que el aforo del que dispondrá el club es ridículo, además de las lamentables condiciones en la que está el campo.

La remodelación que se había previsto lleva casi un año de retraso, aunque hay indicios de que se quiere romper el contrato con la Ruta de El Molinón. Lo peor es que el Ayuntamiento da la sensación de que no sabe lo que va hacer.

Está muy bien lucirse en el palco y participar del ascenso con recepciones, paseos y demás hechos populistas, pero esta afición multitudinaria necesita un campo digno. Ahora, no lo tiene. Y la señora alcaldesa lo sabe. Bueno, lo sabemos todos, desde hace mucho tiempo. El equipo de gobierno es el que tiene que tomar decisiones y actuar. Espero que no se lo tomen con tanta calma como hasta ahora. El Sporting y, sobre todo el sportinguismo, lo demandan.

PD1: Observen la imagen del palco. Quini, todo un mito, aplaude en la tercera fila. Por delante, invitados que quieren conservar en su móvil la foto del partido y hasta una señora con apariencia de bailaora. Más que un palco parece una verbena de políticos y compromisos del consejo. O de los principales accionistas. Algunos van a lucir el palmito. Luego dicen que el fútbol es así.

PD2: El bueno de José María González de Caldas no quiso perderse la celebración. Con su querido Sevilla de vacaciones, vino a darle suerte al Sporting, que es tan suyo como de su amigo Pepín, según dicen. O, sea que… me pierdo.