No hay que lanzar las campanas a vuelo por el empate ante el Atlético, en Riazor, pese a que el partido acabó en derrota, pero con una victoria moral. El Sporting fue mejor que el conjunto colchonero, aunque el que jugó en Riazor no tiene nada que ver con el de la Champions. Pero son jugadores del primer equipo madrileño, algunos con un pedigrí especial, como son los casos de Pablo, Varela, Maniche, Forlán, Luis García, Pernía o Cléber Santana.

El equipo de Preciado lleva una línea ascendente, pero me preocupan los errores defensivos. En los tres goles faltó contundencia, sentido del marcaje, anticipación y saber estar en su sitio. También el portero Cuellar tiene que pulir unos cuantos defectos en las salidas.

La imagen del equipo, en líneas generales, fue buena, pero hay defectos que en Primera no se pueden permitir, porque significaría afincarse desde el primer momento en el furgón de cola.

La defensa no está fina. Pasó en Luarca y se repitió ante el Atlético. Quedan dos encuentros y dos semanas. El Cruz Azul y el Milan. Y en doce días tenemos al Getafe, contra el que empezarán a valer los puntos. Es el tiempo que queda para aprender las lecciones y empezar a examinarse con evaluaciones semanales de 90 minutos, en las que no habrá posibilidad de reengancharse. O sea, que hay que apagar las sombras, para que todo sea luz. De momento, el que parece más iluminado es Barral. Aprovechemos su fenomenal suerte.

PD: Riazor tuvo varias remodelaciones, después de la del Mundial de 1982. No es un campo cinco estrellas. No es especial. Pero es funcional y práctico. El asesor de la alcaldesa podía darse una vuelta de inspección. Merecerá la pena.