La defensa del Sporting quedó en evidencia ante la visita del Atlético. Fueron cinco, pero con el tercero puede decirse que se acabó el partido, aunque Preciado haya arriesgado a tope para acortar diferencias.

Los goles del conjunto ‘colchonero’ mostraron las carencias de una defensa blanda. El primero, en una falta telegrafiada, en la que no se puede aceptar ese remate de chilena. El segundo, en un mal rechace. El tercero, en una ‘dejada’ incomprensible. El cuarto, en una muestra de desorganización defensiva. El quinto me pareció fuera de juego claro, pero no hay que dejar tanta comodidad a un delantero.

La defensa del Atlético también estaba compuesta por unos pardillos, pero los nuestro no supieron aprovechar sus debilidades. Si llegan a hacerlo, otro gallo cantaría. O si el tiro de Diego Castro, inmediatamente antes del cuarto tanto visitante, llega a entrar, ahora hablaríamos de una alegría.

Las críticas de la semana van a recaer en la defensa, pero es la misma que no recibió goles en Montjuïc, Riazor o que mantuvo el tipo en Mestalla. Sin embargo, anoche ofreció otra imagen. La más lamentable. La del Bernabeu, la del Sánchez Pizjuán o del que recibió al Barcelona en El Molinón.

Si el primer gol es inadmisible que se pueda rematar, el tercero, que es el que marca el partido, no se puede permitir una pérdida tan inocente del balón. Merece la pena ser constructivos, lavar los trapos sucios en el entrenamiento del martes y empezar a pensar en recuperar en San Mamés lo perdido anoche. La vida sigue.

PD.: Estuve en el almuerzo de los Veteranos. Qué delicia. Olía a UEFA. Ver juntos a los Morán, Quini, Cundi, Maceda, Joaquín, Jiménez, David, Uría y otros muchos, de los 40, de los 50, de los 60 y más décadas. Estos sí que pueden escribir, o al menos contar, la historia del Sporting. Mis felicitaciones a Vega-Arango, por la insignia de oro de la Asociación de Veteranos. Desde que Calleja se convirtió en el primer profesional del Sporting, en 1933, el actual presidente fue el único futbolista aficionado.