El Sporting volvió al Catedral. Fue una tarde de lluvia, en la que los rojiblancos naufragaron. El penalti que señaló Pérez Burrul a Iván Hernández fue lamentable, lo mismo que no señalar otro a Luis Morán, mucho más claro, y pasar por alto la agresión doble de Iraola y Aitor Ocio a Carmelo.
Esos errores no pueden cargarse en la labor de un mal árbitro, cómodo y con una personalidad en función de quien participe en el juego, para justificar una derrota como la de ayer. Está claro que al Athletic no le dejarán que baje. Hay muchos intereses creados. Penoso, pero el fútbol está así. No es que sea así.
El partido dejó de manifiesto que este Sporting tiene un grave problema defensivo. Al margen de los devaneos arbitrales, en el segundo gol sólo faltó pedir el autógrafo al rematador y a los que dieron las asistencias. El tercero fue una muestra de los que es perder la concentración y el sitio.
En el segundo tiempo pudieron ser más, pero Cuéllar lo evitó. Pocos se salvan de un mal partido y de una alineación que tampoco estuvo bien diseñada. Y eso que el debutante Lora fue lo mejor, junto con Canella y algunas cosas de Cuéllar. Poco más. No entendí las suplencias de Maldonado y Bilic, aunque cuando salieron apenas se dejaron notar.
Puede llegar malos tiempos. Algunos jugadores están descontentos, por su situación. No es sólo De Lucas el que quiere marcharse. Preciado deberá velar por que no se le desmadre el vestuario. Y lo primero es pensar en que el domingo viene el Almería. Es un rival directo, al que hay que ganar.
Lo más negativo fue que Cuéllar regresó de Bilbao con una posible rotura o fisura en el peroné izquierdo. Espero que todo quede en un susto.
PD: San Mamés colgó el cartel de ‘No hay billetes’, pero sobraron sitios. Por cieto, hubo mucha picaresca en la compra de entradas. El Sporting dijo que había rechazado la oferta de 200 localidades. No fue así. Se aceptaron para los compromisos de los jugadores y de algunos aficionados selectos para la planta noble. Primero se coje a un mentiroso y que a un cojo, dice el refrán.