Acaba un año que tuvo muchas repercusiones para el Sporting y su amplio entorno. La principal, sin duda, fue el ascenso a Primera, un regreso anhelado durante diez temporadas, más el salto del filial. Con la reincorporación a la Liga de las Estrellas llegó la estabilidad económica, con un ritmo que choca frontalmente con la crisis que afecta al país. En este aspecto, el Sporting es una excepción, por la repercusión que tiene en todos los espectros de la vida social de la región.

Al lado de alegrías se produjeron bajas. Algunas sensibles. La última fue la de Pío, el primer goleador que tuvo el Sporting en la máxima categoría, allá por los años 40. Poco antes le tocó el turno a Eloy Calvo, el primer presidente de la SAD, que afrontó la transición bajo la amenaza de una quiebra técnica. En pleno verano fue José Manuel, el gran capitán o el gerente, como cariñosamente se le llamaba. Fue toda una vida dedicada al club de sus amores, en su Gijón del alma.

Ahora que estamos en una época en la que hay costumbre de resaltar los valores humanos y la estela de las personas que tuvieron alguna repercusión en su paso por esta ciudad, sería conveniente recordarlos para el futuro.

Pío, en su querida y admirada barriad de Cimadevilla, podría tener una calle con su nombre.

En El Llano seguro que hay un rincón para poner el nombre de José Manuel, barriada de la que presumía con orgullo.

Y por su repercusión también en otras obras importantes para la ciudad, como bien saben los regidores consistoriales, Eloy Calvo hizo méritos en varios frentes. Es una forma de evitar que el tiempo borre de las memorias que languidecen con su paso las figuras a quienes tenemos algo que agradecerles.

PD.: Barral acabará el año con un baño en la pileta de la tiburón Elisa, en el Acuario de Gijón. Las televisioines nacionales están acreditadas. La notiucia sería que Barral mordiera a la tiburón. Todo es posible. Feliz año a todos.