No esta nada mal un 3-1 para afrontar el encuentro de vuelta en Zorrilla, aunque el sabor de boca queda agridulce cuando el tanto visitante llega en el tiempo añadido.
El Sporting estuvo sensacional en el primer tiempo, con un Barral espléndido y un Carmelo sensacional. Me gustó el chaval, José Ángel. También estuvo en un buen tono el trabajo de los centrocampistas. El 3-0 al descanso pudo haber sido más abultado. No se notó el frío. Ni la lluvia con agua-nieve. El gaditano y su amigo Carmelo se encargaron de ello.
Lo que resulta complicado de entender es el bajón de juego del segundo tiempo. Dejar al rival que llevase el peso del partido y el control del balón, cuando se sabe que tiene jugadores técnicamente muy peligrosos fue una temeridad. El gol de Canobbio se veía venir, aunque no cuando llegó, con el partido virtualmente acabado, sino algo antes.
El encuentro confirmó que defensivamente este es un equipo para sufrir. Quedan apenas 20 días para traer un par de jugadores, además del portero, aunque Sergio hizo anoche un buen partido. La desorientación y la vulnerabilidad de la zaga y el centro del campo, incluso de las bandas, son aspectos en los que difícilmente puede encontrarse una explicación congruente, lo mismo que el empecinamiento a querer que sólo venga un guardameta. Sus razones tendrán quienes tienen que tomar una decisión. Otra cosa es que las entendamos.
El domingo volverá el Valladolid a El Molinón, pero no será el de anoche, en el que el único titular indiscutible era el lateral derecho, Pedro López, sustituido en el descanso. Los chollos de Nano y Luis Prieto no jugarán el domingo. Supongo. Barral no las tendrá tan fácil con Bea y García Calvo. O Bilic. O tal vez los dos, aunque me suena que Carmelo va a estar en la alineación. La pena es que Matabuena se sumará a las bajas por otra rotura de fibras.
De momento, disfrutamos de la Copa. Estaba fría, pero Barral, como si fuera un buen brandy, la calentó. Esperamos brindar dentro de una semana en Valladolid.