Preciado es una persona temperamental. Está enfadado por el bajo rendimiento del Sporting en el Colombino. El último viaje a Huelva fue la gota que colmó el vaso de la paciencia del técnico, después de la imagen que el equipo gijonés ofreciera también en San Mamés, La Rosaleda y Zorrilla.
Una vez aclarado desde el cuadro técnico que no habrá refuerzos, pese a las deficiencias observadas, hay que tirar con lo que hay. Si sumamos los jugadores que no entran en los planes del técnico, más los lesionados, posibles sancionados y los que atraviesan una baja forma alarmante, Preciado va a encontrarse con un grupo demasiado reducido.
La consigna prioritaria ahora es arreglar la permanencia. La Copa vale para disfrutarla, pero en la Liga hay que buscar la fórmula de cambiar la imagen más reciente. El enfado de Preciado es justificado, pero también tiene el bastón de mando para que las cosas se pongan en su sitio. Ahora llega el Angliru de los Sevilla, Barcelona, Real Madrid y Villarreal, más los de nuestra Liga. Va a ser una segunda vuelta complicada, pero para todos.
Tiene razón la advertencia del míster. A ver si dentro de cinco semanas estamos con los nervios a flor de piel por deméritos propios, después de que este equipo haya demostrado de lo que es capaz. Sería lamentable meterse en una situación de peligro. Si el vestuario estuviera más unido, las cosas serían menos complicadas.