En Bilbao se consideran en semifinales antes del partido de la ida en San Mamés ante el Sporting. El empate a cero frenó algo las expectativas. Se dieron cuenta en el País Vasco que los partidos hay que jugarlos, aunque en el caso de esta eliminatoria tenían en mente al Sporting que jugó allí en la Liga y al de las goleadas de los grandes.
El partido de mañana se prepara en Bilbao como si fuera una final adelantada. Joaquín Caparrós está incentivando a sus jugadores para que salgan al 150% en El Molinón y en todos los estamentos de la capital vasca preparan y calientan el ambiente.
Sin embargo, parece que no se dieron cuenta de que el partido se juega en Gijón. La diferencia deberá enseñarla la afición gijonesa y de eso no hay duda. La grada va a estar a tope. Mañana, los tristes episodios de Huelva y de Getafe quedarán en el olvido, porque la realidad está marcada por el encuentro ante los bilbaínos, que vienen espoleados y confiados.
La grada va a jugar un papel importante, pero los goles se marcan en el rectángulo de juego. De eso debe encargarse Preciado. El míster deberá elegir a los mejores, situarlos de la forma adecuada y, luego, esperar que los ‘artistas’ funcionen con el guión programado.
En el Athletic hay algunos aspectos peligrosos. La actitud bélica habitual de Aitor Ocio ya la conoce el Sporting, lo mismo que toda la España de Primera. Con las ‘lipotimias’ de Llorente pasa lo mismo. El nuevo internacional se cae cada vez que lo tocan. Habrá que confiar en la imparcialidad del árbitro, el gallego González Vázquez, quien, por cierto, este mes perdió la internacionalidad. Por algo será.
Caparrós merece un capítulo aparte. Es amigo de usar cualquier tipo de tácticas y triquiñuelas. Pero este caballero no juega. Soltará la lengua, que es lo que mejor sabe hacer.
En la página de ‘nosolosporting.com’ aparece una viñeta que puede servir como estandarte para el partido de mañana, que debe ser Solo Sporting.