Una vez liquidado el soberano rebote producido por el sonrojante 0-4 del pasado domingo, es obligado pensar en la visita a Villarreal. Es otra salida complicada, pero no menos que las de Valencia o Coruña, por poner dos ejemplos, en los que el Sporting fue a competir y logró ganar a rivales teóricamente superiores.
El problema del encuentro ante el Real Madrid es que el Sporting salió anestesiado por el nombre y la camiseta del rival, sin ánimo de competir. La actitud no la pongo en duda, porque creo que cualquier futbolista sale a un terreno de juego con la intención de jugar y ganar. Otra cosa es que la influencia anímica lo agarrote. El pasado domingo fue un mal general.
El Villarreal es uno de los aspirantes a meterse en uno de los puestos de Champions. Es un equipo que pertenece a una villa trabajadora de 50.626 habitantes, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística. El equipo castellonense nunca se distinguió por tener enraizada una afición al fútbol, como la de Gijón, Bilbao o Santander, por poner algunos ejemplo. Es un club que pasó la mayor parte de su historia por categorías regionales y en Tercera División. Pero es una entidad que tuvo la fortuna de encontrar al empresario Fernando Roig con el capricho de elevar este equipo a las alturas. Todos los años tiene un déficit que soluciona su principal accionista, que está muy bien considerado por las autoridades políticas de la ciudad, de la provincia y de la comunidad.
El partido será complicado y se presenta con desigualdad, aparentemente desfavorable para los rojiblancos, pero en la primera vuelta pasaba lo mismo y la derrota llegó por una mano inocente de Godin que el árbitro de turno pasó por alto, mientras el infortunio y la falta de puntería se cebaron en el Sporting.
En la fotografía, correspondiente al encuentro de la primera vuelta, Paradas Romero recibe las quejas de los sportinguistas por no haber visto la mano de Godin. Es una acción de las recordadas del partido, más incluso que el cabezazo de Bilic al larguero.
Como en la primera vuelta, Preciado prepara cambios, muchos cambios. La falta de competitividad le cuesta a más de uno el puesto. Los que salgan ya saben que tienen que competir, sobre todo ante una sere e partidos que son los que habrá que ganar, sin que valgan las disculpas.