El Sporting dio una mejor imagen en Villarreal, pero no tuvo premio. Por un lado, los errores defensivos. De poco sirvió el tempranero tanto de Bilic, que tuvo una celebración original.
El primer gol local llega excesivamente rápido, cuando aún no había dado tiempo a celebrar el tanto de Bilic. El segundo tanto lo remata Capdevila solo, con una comodidad que no se lleva en Primera. Por otro, el árbitro. Penalti a Canella de libro, otro posible de Eguren, por manos, y todas las dudas resueltas a favor de los de casa. Los rojiblancos se quejaron y con razón.
Los errores defensivos fueron un peaje demasiado caro. Una vez más. Y nadie puede explicarlo. Lo mismo que es complicado de entender que Diego Castro se haya quedado en la grada. Cuando salió Carmelo, el equipo tuvo otro talante ofensivo. Está claro que deben jugar los mejores.
Ganó el Espanyol y ahora hay que esperar a lo que hagan el resto que están por debajo, pero, en cualquier caso, el domingo, la visita del Mallorca, ya tiene aire de final. Siguen faltando cinco victorias y sólo quedan catorce partidos. Los de abajo reaccionan. A ver qué pasa después del Angliru. El nivel de exigencia debe ser mayor y, por supuesto, cortar los fallos defensivos impropios de Primera División.
Hubo muchas cosas que jugaron en contra, incluidos los propios ‘artistas’, perdidos en amagos, y sin olvidar que enfrente había jugadores como Senna, Rossi, Llorente o Cani, cuyas fichas superan con creces las de toda la plantilla rojiblanca. Pero la realidad es la que marca la clasificación.