Preciado quiere atar todos los cabos posibles ante el tramo final de la Liga, en el que el Sporting se juega la permanencia en Primera.

El míster observó en los últimos partidos que algunos jugadores estuvieron algo revolucionados. En Soria, Carmelo acabó expulsado, aunque se había dicho con anterioridad la facilidad de Pérez Lasa con las amonestaciones. Quejarse ahora de uno de los peores colegiados de nuestro arbitraje no conduce a nada.

En Pamplona fue un milagro que Barral no hubiera sido expulsado. El gaditano forzó demasiado. Afortunadamente no hubo que lamentar nada adverso, en un partido que fue clave para vernos con el agua por debajo del cuello.

Preciado es temperamental y no olvidará que esta temporada fue expulsado dos veces por hacer gestos ante las injusticias de dos árbitros. Pero sin el míster en el banquillo se puede ganar un partido. Sin un jugador en el campo es más complicado. Aunque Helenio Herrera decía que se jugaba mejor con diez que con once, sus equipos salían al completo.

El mensaje de Preciado va para los que se revolucionan demasiado últimamente. Es una buena medida y todo se resume con una de sus frases, en la que pide a los jugadores “callar, jugar y ganar”. Suficiente, aunque se sabe que los árbitros son, generalmente, malos, hay que soportarlos. El de la foto es el que pitó un penalti que sacó de la chistera en Mallorca y es el mismo que vendrá el día del Racing. La solución son los goles, no protestar.