Son las cinco y cuarto de la madrugada cuando escribo estas líneas. Acabo de regresar de Madrid. Por el camino encontré numerosas excursiones. Las caras mostraban signos de desesperanza, incredulidad y preocupación. Este Sporting no transmite sensaciones.

En el Calderón perdió una gran oportunidad de superar a un rival que nunca ganará un partido con tan pocos méritos. Pero eso ya pasó con el Betis. Y con el Valencia y con otros tantos. Ysi los rivales no hacen méritos, se les regalan con errores. Parece que los contrarios marcan cada vez que tiran a portería. Y, ofensivamente, este equipo parece haber perdido todas sus virtudes. La fogosidad de Bilic, más sólo que la una, y algunas exquisiteces de Diego Castro y paren de contar. Es difícil de entender la bajaforma alarmante de Carmelo y la irregularidad de Diego Camacho. Claro que si preguntan, aquí nadie tiene la culpa.

Pero, pese a las seis derrotas consecutivas, las cuentas salen. Pueden cuadrar, pero es obligatoria ganar al Athletic el próximo domingo. Ya bastaron los tópicos de que esto no es una final, porque no es a vida o muerte. Es mucho más importante que eso. Creo que no ganar al Athletic es certificar medio descenso.

La semana va a ser dura, pero los artistas son los que tienen que sacar las castañas del fuego. Es una pena que se hayan recluido en el hotel de concentración en Madrid, porque ver la cafetería de Palazuelo, en Villaquejida, a las tres de la madrugada, a tope, con un colorido extraordinario. Sólo por esta afición no se puede permitir un descenso.

Si la afición responde y el Consejo tiene ahora una organización modélica. Sólo falta que el míster acierte más con las alineaciones y que los jugadores tengan otra imagen más dispuesta.

PD: Algunos aficionados se quejan del trato recibido por algunos seguidores del Atlético de Madrid, con la pasividad de las fuerzas policiales. Parece que siempre les toca a los del Sporting.