Llego de El Molinón. Siento vergüenza. Mi amigo Manolo Díaz Vega, que anoche estuvo cenando con Teixeira Vitienes y César Muñiz, recomendó en su día a las gentes del Sporting que fueran comedidos con el gremio arbitral. En una palabra, que el que no esté con ellos, tienen al colectivo en contra.

El Sporting es uno de los que menos se quejó de los árbitros esta temporada. Y eso que hay materia para dar y tomar. Lo de esta tarde fue sangrante. Teixeira Vitienes escamoteó un penalti claro a favor del Sporting, acribilló a los rojiblancos en el segundo tiempo y pasó por alto una falta clara que precedió a la jugada del empate. Influyó en el resultado de una forma descarada, con una actitud chulesca, impropia de quien tiene mando. Si los dirigenters de este caballero tuvieran un mínimo de dignidad, no permitirían estos escarnios, pero tengo mis dudas.

No sé que explicaciones puede darme mi amigo después de que Teixeira haya esquilmado a los rojiblancos. Sus errores pueden costar la permanencia. Va ser verdad eso de que el ex árbitro José Ramón Gutiérrez es gafe. Hoy vino a Gijón como delegado informador, a ganarse 150 euros por decir que el árbitro fue bueno, que los malos son los jugadores.

El Sporting no supo matar el partido ante un rival que practicó antifútbol. Ese es el estilo de Caparrós, con faltas, parando el juego, perdiendo tiempo y sacando las cosas de quicio.

Me niego a pensar que el fútbol es así, aunque haya personajes alrededor del balón que son ejemplos de cómo no se dignifica el deporte. Vergonzoso.